SIN ESFUERZO



Ni aún el genio más grande iría muy allá si tuviera que sacarlo todo de su propio interior.
Goethe

La respiración del cuerpo se produce por sí misma: el aire entra, viaja, sale y, en el intermedio de ese increíble viaje, ocurren miles de maravillosas operaciones funcionando como la orquesta más perfecta jamás reunida.

La piel se regenera por su cuenta: las células muertas envejecen, se marchitan y caen como hojas de árbol que, ya cumplida su función, dejan paso a otras nuevas que surgen del mismo tronco, con igual raíz.


Los órganos que contiene este cuerpo, viven y dan la vida, trabajando sin descanso para mantener la maquinaria en perfecto estado de funcionamiento, todo el tiempo.

Si por un instante pensase que tuviese que controlar, dirigir, ordenar o simplemente acompañar, una cienmillonésima parte de todo lo que ocurre en esta vasija que me contiene, el pánico se apoderaría de mi, el cuerpo colapsaría dejando de funcionar y la vida se tomaría vacaciones definitivas.

Mi mente me ha acompañado desde temprana edad, intentando controlar, ordenar y dirigir toda la vida, casi siempre con resultados nefastos o, siendo optimista, no todo lo bueno que hubiesen podido ser. Las cosas mejores me han ocurrido y ocurren cuando abandonando su influencia y control, me subo a lomos del flujo de la vida y me dejo llevar, aunque este abandono en confianza total supuso al principio una lucha titánica con un bombardeo constante de cargas de profundidad: “dónde vas a ir sin mi, quién te va a consejar mejor, no te das cuenta de cómo te desprecian, tu vales mucho más”…..

Es difícil, pero sólo para la propia mente, que sigue hasta su último aliento intentando dirigir y ordenar, que se niega a abandonar su trono conquistado con mentiras que, en definitiva, sólo sabe hablar de ella misma, sólo se quiere a sí misma, sólo le preocupa ella misma.

No hace falta esforzarse para vivir, es innecesario luchar contra los elementos que sólo se ven así cuando se está sumergido en el ojo de la tormenta pero que desde la cima de la montaña se convierten en un espectáculo asombroso, ajeno a cualquier crítica, pensamiento o tristeza. La vida se encarga de llevar como la mejor madre a quien a ella se entrega en plena confianza, a quien se dedica a leer sus renglones escritos con letra de puro amor, a quien, desnudo de todo, bebe su alimento, escucha su latido y acompasa su existir a tan hermoso ritmo pleno de tranquilidad, calma, paz, Amor…..

Goethe tenia razón: si tuviese que vivir un solo minuto siguiendo lo que ese falso interior me ofrece como si fuese yo mismo, jamás podría haber siquiera escrito esto. Saberlo es destruirlo, dejar de ver la película y contemplar la pantalla donde se representa la obra.

Todo lo que creemos que nos falta ya está aquí.

Todos los problemas surgen del falso control que creemos tener.

Toda la maravilla sólo espera la más completa rendición para mostrarse.

Tanto buscar lo que siempre estuvo aquí.

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