ADMIRARSE


Los seres humanos en general se admiran de ver la altura de los montes, las grandes olas del mar, las grandes corrientes de los ríos, la latitud inmensa del océano, el curso de los astros, y se olvidan de admirarse a sí mismos.
San Agustín.
 
La falsa humildad es un arma poderosa cargada de separación, comparación y diferenciación, de alejamiento de la Realidad que ya Somos. Los pensamientos, la mente, siempre buscarán que te compares a menos con la grandeza de lo que te rodea pues así sentirás la necesidad de salir fuera a encontrar aquello que ya tienes bien dentro de ti.
 
Sin embargo, este lazo está hecho de hilo débil pues basta con pasear a solas en un alto monte, contemplar las embravecidas a veces, calmadas otras, olas del mas, dejarse arrastrar sentado a la orilla por la corriente de los ríos, observar el curso de las estrellas que cada noche iluminan tu ser para darse cuenta que son vehículso que te transportan a la realidad palpable y única de Todo lo existente, al Centro, al Eje alrededor del cual todo gira, a TI.
 
No te avergüences de verte como lo que eres, pues si así surgiste por manos ajenas a ti, sería un desprecio hacia todo aquello que contigo se creó en ese mágico instante.
 
Olvida pensamientos dañinos, déjalos estar como asistes al curso de las nubes en el Cielo sobre tu cabeza, sin emociones que sólo dispersan tu atención de la belleza de tal paisaje.
 
Admírate a ti pero sin creerte nada mas que lo que ya eres, soy, somos, la maravilla de la manifestación de lo Unico, igual a Todo, diferente de Nada.
 
Vive así bendecido por ti.
 
¿Quién mejor para otorgar tal bendición?

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