ONDAS


¿En qué mar nadas?

¿Quizás en uno tumultuoso de corrientes que te arrastran de aquí para allá, siempre oscilando en el péndulo de la vida.?

Ese es el que se comparte por todos los que lo navegan en el sueño, formado por cubos y cubos de agua que cada cual va añadiendo con cada oscilación y vaivén que protagoniza.

Cada vez que así ocurre, una onda, suave o poderosa, se desplaza por la superficie, chocando con otras de igual materia o rozándolas apenas en un baile sin fin, cubriendo por completo ese mar de círculos concéntricos cada vez más concéntricos y menos círculos. Hasta tal punto que ninguna de esas ondas recuerda ya que es el propio mar, que su amplitud de onda es un espejismo, que crecerá cada vez más, seguramente más rápido que otras, pero que precisamente ese crecimiento hará que se difumine por completo y desaparezca en su forma para reintegrarse a ese Mar del que jamás se separó ni un milímetro.

La onda se cree sola, distinta, mejor o peor, y defenderá su existencia a costa de cualquier otra que pretenda dudar de la misma. Pero, irremediablemente, conocerá que siempre fue, es y será, solo Mar.

Si la onda levanta la cabeza al cielo hace que parezca estar más cerca de el, pero eso no le otorga más importancia.

Sumergida bajo el agua, que es bucear en Sí Misma, evapora toda forma ilusoria y cambiante.

Sólo hay un Mar.

Sólo hay una Realidad.

El resto son simplemente efímeras ondas destinadas a disolverse en El sin remedio.

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