YO Y LOS DEMÁS

 

Yo no soy yo y los demás no son yo, reza un antiguo koan zen, y ahí radica el secreto de la realización.

Ese yo que siempre está pendiente de los demás no eres tu, ese yo que compartimos con los demás y los demás comparten con nosotros no es nosotros ni es tampoco los demás.

Cuando ese yo desaparece, se esfuma, bien sea mediante la indagación bien sea mediante esa comprensión espontánea que a veces emerge sin discusión posible alguna, se lleva de la mano a la dualidad, porque sin diferencia alguna entre yo y los demás no puede haber dos, sino solamente ese Uno sin Dos que todo Es.

Yo no soy los demás, implica que se abandone la dependencia, la búsqueda de algo o alguien que aporte precisamente aquello que a ese yo le parece le falta.

Los demás no son yo, alude a la necesidad de centrarse en el aquí y el ahora, el eterno presente, la única Realidad donde todo Es, actuar sin esperas, abandonar las demoras basadas siempre en excusas que surgen del yo que se relaciona de forma interdependiente mediante deseos, esperanzas y quejas.

Si no hay nadie aquí ¿quién podría haber allí?. Los extremos desaparecen, los opuestos se diluyen en el océano de la dicha, y la Verdad, quizás por primera vez desde la más tierna infancia, se convierte en el único Sol que todo lo alumbra porque todo es su único Fuego.

Céntrate aquí y ahora.

Recógete aquí y ahora.

El aquí y el ahora desaparecerán.

Con ellos desaparecerás tu.

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