EL SILENCIO


 

El Silencio es el lenguaje de Dios y el Vacío su Hogar.

Todo lo fértil se gesta en el silencio, en las cavernas oscuras donde lo que va a nacer es protegido de la luz artificialmente creada que solo seca y esteriliza, agostando todo aquello que cae bajo su rico de ilusión.

El Sol no sabe de interruptores, de principios o finales, por eso emana puro fuego que alumbra la creación toda.

El vacío ofrece su vientre para que lo que accede a tener forma y nombre pueda manifestarse y ocupar su lugar.

Ni el uno ni el otro sufren merma ni aumento, crecen o decrecen: independientemente de la cantidad, tamaño y formas que en ellos se instalen, no experimentan alteración alguna.

Tu eres puro Sol iluminando todo el vacío, una estrella rutilante que olvidó su fulgor y busca sustituirlo con pequeños fuegos de separación.

Tu eres el único vacío silenciosamente vivo, ausente de ideas, juicios y prejuicios basados en supuestas experiencias recibidas de los que acompañan tu manifestación en él.

¿Acaso una pequeña brizna de hierba deja de crecer porque alguien le diga que jamás lo conseguirá?

Instalada en su silencioso vacío, se hiergue en el vacío silencioso, sin necesidad de pensar en el cómo, el cuándo o el dónde. Ignorante de palabras, sonidos e imágenes, pues ni siquiera sabe que pueda necesitarlas, ajena a críticas foráneas y propias, a daños y estimas, solamente se ocupa de aumentar el tamaño justo, con el color adecuado y la textura perfecta.

¿Acaso tú crees ser mejor que la hierba?

¿Acaso piensas ser más inteligente que el Sol?

¿Acaso, en definitiva, tu vacío atestado de palabras, sonidos e imágenes, permite que algo más que tu importancia personal sea?

Abrazar el Silencio es hablar la lengua de los pájaros, cantar el trino de lo no pronunciado, expandir la melodía de la música de las esferas sin límite de tiempo ni distancia, es  vivir en la plenitud perfecta donde nada se desea pues todo puede ser.

Mi Vacío no es mío y por eso lo soy.

Mi Silencio no es mío y por eso lo canto en grito mudo.

Si, en un instante, silencio y vacío se uniesen en mi, desaparecería sin dejar rastro alguno de mi existencia, las esferas cantarían su canción, que sería la mía, y estas palabras jamás podrían ser escritas, pues nadie habría para plasmarlas, ni nadie para leerlas.

Me vacío de mi a cada instante y todo crece en justa proporción.

Cuando dejó de ser yo, lo soy todo.

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