El Ser sin ser

 


En el siguiente enlace podrás descargar, si gustas de prestar atención a tu verdadero sentir, una reseña-experiencia que, sobre El Ser sin ser, escribí tras su primera lectura, no como un alarde de algo o presunción de nada sino, más bien, como una forma de aclarar lo vivido con su lectura, así como destapar los obstáculos que tú, como todos los que nos acercamos a este Mar, hayas experimentado o estés aún viviendo.

https://drive.google.com/file/d/1P2Ijih_osEfFuP5U4-CVZ5qHvaGxJn6C/view?usp=drivesdk


TREN Y TÚNEL

 




La vida es pura oscilación entre dos polos que, de forma constante, se alternan a cada momento. Cierto es que aparentemente parecen muchos más pero en realidad son sólo diferentes aspectos y grados de cada extremo, de cada punto álgido en la oscilación radical que, como si de un péndulo de reloj gigante se tratase, nos mueve eternamente de un lado a otro, con la aparente pausa que se produce en el medio de ese vaiven, descanso necesario para que el huésped parásito que alojamos en nosotros, no agote todas nuestras fuerzas porque ya se sabe que sin huésped no podría sobrevivir.

Pasamos de la alegría a la tristeza en instantes según se nos presentan las circunstancias vitales, o del éxito al fracaso, de la felicidad, poca y escasa, a la desgracia permanente, todo ello interpretaciones creadas y formuladas por el flujo de pensamientos que, como un eterno reloj pendular, nos empuja de un extremo a otro del lugar de sufrimiento en que ha intentado, intenta e intentará convertir esta vida. 

Imagina que entras en un túnel a bordo de un tren en el que llevas viajando tanto tiempo que ya no eres capaz de diferenciar entre el objeto tren y tu. Añade ahora que de repente ese tren comienza a moverse de lado a lado chocando contra las paredes del túnel, alternando derecha e izquierda, pero siempre golpeándose sin remedio contra ellas. A veces te parece observar que delante atisbas una pequeña luz que indica una posible salida de ese agujero sin fin, pero el siguiente vaivén te hace olvidarlo de inmediato.

Así vivimos sumergidos en las emociones alternativas que experimentamos con cada experiencia que aparentemente nos toca sufrir. La oscuridad aumenta cada vez que nos dejamos atrapar por ellas obviando que si las vemos, si somos capaces de darnos cuenta aunque sea por una milésima de segundo, es que, evidentemente, no somos ellas, sino que, por así decirlo, nos ocurren a nosotros, como el papel no es el trazo que el lápiz dibuja sobre el, ni la pantalla es las imágenes que sobre su superficie se proyectan.

Puedes oscilar así toda la vida si quieres, pero también existe la opción de contemplar tren, túnel y movimiento para, desde ahí, ser conscientes de esa luz que sin duda alguna espera en lo que consideras la salida de las tinieblas en que te acostumbraste a vivir.

La solución al problema más complejo siempre es la más sencilla. Olvida construir artificios complicados, técnicas difíciles y rebuscadas obras de ingeniería emocional para despertar de ese sueño, pues todo es mucho más fácil de lo que ese viaje te hizo y hace aún hoy día creer.

No eres el tren, ni el túnel, ni siquiera la oscilación permanente entre extremos arriesgados que sólo te empujan sin piedad. Plantéatelo así: ¿Necesitas bajarte de aquello a lo que realmente jamás subiste?.

La Vida, tu vida, está repleta de vaivenes, de movimientos pendulares que necesita para poder ser. Tu cuerpo y tu mente responden a esos empujones pues, formados de los mismos elementos constituyentes, deben irremediablemente responder a ellos. Pero tú ya has atisbado que no eres eso, por mucho que el largo viaje te lo haya hecho creer, que hay un algo más que buscas sin cesar a lo largo del enorme túnel sin fin en que parece haberse convertido tu vida.

Saltar del tren es arriesgado por no decir imposible. Pero darse cuenta que se viaja, que los paisajes se representan por y para nosotros, y que no somos el objeto en el que nos desplazamos, es suficiente para que, de forma segura y verdadera, salgamos a la Luz plena de vida y puro aire donde realmente vivimos y Somos.

Puedes seguir viajando, pero elige bien tú viajar.

Donde acaba el viaje, comienza realmente tu Vivir.

NOMBRE Y FORMA

 


Dejad que los pequeñuelos se acerquen a mi, se dice en cierto sitio y con ello se refiere no sólo a los niños sino a todos aquellos que, independientemente de su nombre, forma, edad, sexo o condición, tengan esas cualidades propias de tan  temprana edad, de esos no adultos que, ante lo que se les va presentando en su corta vida, reaccionan a ello e inmediatamente lo olvidan y siguen jugando, viviendo.

Nos calificamos o dividimos, separamos en todo caso, en hombres y mujeres, cada cual con sus virtudes, defectos, y un bagaje de cualidades que les, nos, atribuimos pero tras todos ellos, detrás de las barreras de esas formas ¿acaso no reside el mismo ser, que rie y llora a través de los cuerpos, esos que comparten entre ellos muchas más igualdades que diferencias?

Tras la forma sólo hay la única y misma Esencia, el Ser sin ser que todo lo contempla como testigo impasible de la manifestación que a través del cuerpo se produce. Todo el mundo es tu proyección, y la forma y el nombre son sólo conceptos que atribuyen supuestas cualidades-dualidades que siempre separan y jamás unen.

Los nombres definen, el hombre dio nombre a los animales se dice en otro sitio, es decir, adoptó un nombre a cada forma uniendo dos aspectos que reflejan y expresan cualidades específicas de cada uno de ellos. Así vemos que se pueden ver diccionarios sobre el significado de cada nombre o de las diferentes emociones que cada órgano refleja en su composición orgánica, todos ellos intentos de ir un poco más allá, de atravesar la enorme barrera que el nombre y la forma suponen y, si se saben entender cómo lo que son, indicadores del camino que apunta la realidad tras ellos, se verá que a lo que dirigen es a la esencia viva, eterna, única verdad que reside en todo.

El mar es siempre el mismo independientemente de cada ola, el vacío sigue ahí sin juzgar cada recipiente que lo aloja por su forma, altura o bajura, ajeno por completo a su belleza supuesta o su fealdad aparente y, sin embargo nos arrogamos el papel de calificadores, de jueces que saben decir quién es bello y quién feo, quién más alto y por tanto más atractivo, e incluso nos sentimos mejores si al pasar al lado de otra forma la consideramos  menor que la nuestra y nos crecemos durante ese instante como si realmente fuésemos reyes de algo.

¿Cabe más ridiculez que esa, más desprecio absurdo de la realidad transparente que se ve siempre que se limpie el cristal de la suciedad que nos la oculta distorsiónandola así?.

Nos creemos superiores al otro por nuestra forma más bella, alta, lista, madura, inteligente, olvidando que todo eso, incluidas las otras formas, es, son, nuestra propia proyección, como la del otro es su propia proyección, es película, ilusión, irrealidad, cuyos efectos abrumadores terminan en cuanto somos conscientes de haber estado viendo una ficción, un sueño que finaliza cuando, al salir de la sala donde se proyectaba, respiramos el aire puro y fresco de la realidad que recubría sin fin.

La grandeza, la Presencia, no entiende de nombres y formas, es como, si me permites el ejemplo, sacases una entrada para ver una obra de teatro, te tocase una fila más cercana al escenario o más lejana, más cómoda o incómoda, los espectadores delante tuyo no parasen de hablar y enturbiar la función o tapasen por su altura tu vision de la misma. Todo eso no hace que deje de ser una representación más o menos viva, aparentemente real, siempre pobre imitación, durante el tiempo que dura, de la Realidad.

La Presencia se conoce y experimenta a sí misma a través tuyo, de todo esto que te rodea y cuya entrada a la representación eres tú.

Disfruta la función, date cuenta de los personajes que la interpretan, observa el guión y recuerda siempre, sobre todo en esos momentos en que estás tan dentro de ella, que todo, absolutamente todo, incluidos tu nombre y forma, son sólo eso, una pura ilusión.


La Vida cobra otro sentido, el único verdaderamente posible y el Cielo se vuelve Tú.

¿Querrías ser otra cosa?



LÁPIZ

 


Pon un lápiz sobre el papel y sin despegarlo del mismo traza una línea recta, curva, espiral o enmarañada, da igual, entre uno y otro extremo habrá una aparente distancia que puede inducir a creer en una posible separación pero, en realidad, será el mismo punto original que se ha extendido, alargado, hasta el otro lado, igualando así ambos extremos en una sola y misma cosa, la recta.

Línea recta dos puntos inicio y fin salida y destino, buscador y lo buscado, son lo mismo, en la línea no hay separación entre esos dos puntos porque sólo existe la extensión hasta el infinito de los mismos pero precisamente esa extensión ficticia ilusoria es lo que les une, desde uno al otro está esa línea, más larga, más corta, da igual, es lo mismo porque no hay separación posible entre ellos ya que el uno es el otro, uno existe aparentementee separado, distanciado del otro pero en realidad es el mismo y único punto extendido hasta donde se quiera llevar.

Es como si cogieses una goma elástica por sus extremos y la estirases hasta el límite de su resistencia ¿Acaso dirías que son dos gomas, que hay diferencia entre la parte de la misma que coges con una mano y la que sostienes y agarras con la otra? Exacto la ilusión te hará creer, intentará convencerte de que hay dos porque te situará alternativamente en cada extremo hasta que te quedes ensimismado y olvides, no veas, dejes de percibir, el otro.

Pero sigue estando ahí, aquí, sin separación alguna posible pues si así fuese no existiría la goma, la recta, el punto ¿Comprendes?
Es tremendamente sencillo darse cuenta de esta verdad, de esta Realidad que de tan evidente que es nos pasa desapercibida.

Podrás decir que si pongo un lápiz y marco un punto y a continuación levanto ese lápiz y hago otro a corta distancia del primero serán dos puntos diferentes y lo que acabo de expresar perdería su valor. Nada más lejos de la realidad, porque cada punto es igual al otro, proviene del mismo grafito, de la misma sustancia formada de diferentes elementos y átomos que juntos hemos convenido denominar así, que le da cuerpo y por tanto existencia, como tú o como yo, y puede haber tantos como se quiera pero todos provendrán del mismo lápiz manejado por el único artista verdadero. Puede haber miles de puntos, millones, que más da ¿Acaso no son todos iguales independientemente de su tamaño, forma más o menos cercana a la redondez original y cantidad de grafito, de sustancia empleada para dibujarlo?

Si ves eso claramente todo comienza a cambiar. Podrás emborronar el papel a veces pero siempre volverás a ver el mismo lapicero, el mismo punto, la misma y única Realidad.

Cuando eso pasa ya nada es igual, aunque todo parezca lo mismo.

JUGUETES


Estas buscando una experiencia: Dios, la Belleza... esto significa que ves lo que estás buscando como un objeto. En ese caso: explora simplemente quién ve. Cuando explores realmente, comprenderás que buscas a quien ve. Es el camino más directo, si es que se puede hablar de camino.

EL TREN


Todo lo que existe aquí abajo, en esta manifestación que compartimos, en este sueño donde todos soñamos al mismo tiempo, vibra, se mueve, desde el más enorme océano hasta la más pequeña porción de tierra. Su estructura está basada en el movimiento: átomos girando, electrones danzando alrededor de un núcleo que a su vez, en su aparente estacionamiento en un supuesto centro, vibra igualmente. Es como el Sol alrededor del cual todo gira: en apariencia se mantiene ahí estático, sin desplazarse, pero lo hace junto con todo el sistema además de interiormente ser un torbellino, una auténtica tormenta de movimiento y vibración.

LA GOMA



Te propongo un sencillo experimento: toma los dos extremos de una goma con cada mano y estírala hasta su límite, hasta donde ya no de más de sí. Manteniendo esa elongación el tiempo suficiente, los dos extremos acabarán alejándose el uno del otro hasta el punto que llegarán a creerse diferentes, separados, distintos.