DORMIR

 


Allá, en lo alto desde donde se vislumbra lo bajo, está tu Hogar. Allí, donde alto y bajo pierden su nombre y se convierten en el único Cielo que todo lo ve. 

Cielo único, idéntico aquí y allí, en cualquier parte o lugar, sin diferencias salvo las aparentes, que hermosas nubes que intentan recubrirlo, parecen crear.

¿Quieres vivir ahí? 

Abandona toda idea de yo y tú, descarta conceptos, pensamientos, lluvias y soles y, en recogimiento verdadero, contempla la Verdad, sin tapujos ni filtros que la distorsionen.

Todo es lo que es y el resto son las bastardas añadiduras de lo que quiere ser otra cosa, algo más, diferente.

Tarea vana ésta, como vano es el intento del hielo o del vapor de diferenciarse del agua que son.

Los estados cambian, la esencia permanece. 

Querer ser lo que no se es sólo mantiene el sueño, que no deja de serlo por más real que quieras verlo. 

Tu esencia, la realidad que eres asoma entre el sueño y la vigilia, entre dos respiraciones, en el momento eterno de un parpadeo.

Buscas lo difícil mediante lo más difícil. Crees que lo perecedero puede otorgarte lo eterno e inventas teorías, conceptos e ideas propias como un andamiaje que sostenga el edificio de tu verdad.

Todo lo creado desaparecerá.

Todo lo nacido morirá.

Sólo aquello que jamás nació seguirá aquí, sin cambio, sin mácula, eternamente presente, pues en ausencia del tiempo nada ni nadie existe en el gran sueño.

Elige seguir durmiendo si así lo prefieres, pero mantén firme la clara convicción de que fue, es y será solo un sueño.

No es nada malo saber dormir, mientras no se olvide el despertar.

Nada se pierde para quien duerme completamente despierto.

SUFRIR

 


P: Por qué no dejo de sufrir?

Juan Pedro: ¿Por qué no dejas de disfrutar?


P: ¿Cómo? Bueno...., sí, es cierto que a veces disfruto pero...

Juan Pedro: Pero no lo tienes en cuenta ni valoras porque en tu balance puede más él debe que el haber. Lo que estás diciendo es que, en realidad, eres un mercader que sopesa el fluir de su vida en términos de pérdidas y ganancias, donde el personaje que interpretas es el mayorista, es quien decide qué son pérdidas y qué ganancias y el que decide cuáles tienen más valor. Tu obra particular, como así consideras tu vida cotidiana, es un espejismo, un pobre reflejo de la Vida que se vive a sí misma, sin más. A veces, cuando tus esfuerzos personales coinciden con el resultado que esperabas, dices que has logrado algo, y cuando no se produce esa coincidencia te lamentas de que todo lo que invertiste en ese asunto en particular no sirvió de nada y fracasaste. Pues bien, te digo que ni tuviste éxito en un caso ni experimentaste el fracaso en el otro. Solo ocurrió que el fluir único del guión universal de aquello que ES se te expuso con claridad ante tus narices sin que en nada tuviese que ver con el guión particular de la película que te has forjado desde casi tus tres años.


P: Entonces.. ¿Todo está ya determinado? ¿Y mi libre albedrío?

Juan Pedro: ¿Cómo podría no estarlo? Si repasases de forma ecuánime lo que consideras como tus logros y fracasos, verías con asombro y absoluta certeza que todo ocurrió como debía ocurrir, más allá de tu interpretación particular de ello. Tu personaje se encuentra en una búsqueda eterna de la felicidad y una huida constante del sufrimiento. Y precisamente en esa carrera alocada por evitar lo que es reside todo el sufrimiento que crees experimentar. Tienes libre albedrío, por supuesto, pero solo para hacer todo aquello que consideres adecuado a cada momento, dando lo mejor de tí, para luego asistir al hecho que, sí o sí, sucederá, porque ya ha ocurrido. Ese es el libre albedrío, la elección del árbol del bien y del mal, aunque la manzana ya está mordida desde el principio.

Todo ello acontece porque crees ser este cuerpo y estos pensamientos que te hacen manifestar tanta pregunta sobre lo mismo, como un zorro que diese vueltas a un árbol intentando morderse la cola.


P: Pero a veces siento dolor en el cuerpo y otras a nivel psicológico en forma de ansiedad, tristeza...

Juan Pedro: Eso son las olas del cuerpo y de tu mente, pero no son en absoluto el Mar que ya eres. El cuerpo decide cómo, cuándo y de qué forma actuar. Si lo observases en tranquila calma el tiempo suficiente comprobrias que el simple hecho de realizar un movimiento de tu mano, para calmar un picor de tu pierna, se produce antes de que emitas el correspondiente pensamiento. Es una distancia temporal ínfima, casi inapreciable, pero existente y comprobable. Desde ahí, todo el andamiaje que has levantado sobre el teatro de tu vida se cae sin remedio pues se ve claramente que solo has sido y eres espectador de la misma obra, representándose desde siempre, eternamente, y entiende, por favor, que lo que ya es también es esa misma eternidad porque, precisamente no conoce lo que es el tiempo....


P: Comprendo.... No puedo ser aquello que veo, conozco, siento y expreso porque si lo fuese no vería, conocería, sentiría o expresaría....

Juan Pedro: Exacto! Esa es la clave, la llave de la puerta que atraviesa la ignorancia para descubrir que jamás existió la serpiente y lo que había era sólo una cuerda. Estamos acostumbrados a filtrar todo lo que es por el tamiz de las ideas preconcebidas, basadas en unas supuestas expericias pasadas que aplicamos a un supuesto momento presente, y a veces incluso avanzamos a un futuro completamente incierto pero que, en base a un juego de probabilidades, completamente inexacto, consideramos puede llegar a ser tal y como lo vaticinamos. Mantenerse como espectador imparcial del juego permite disfrutar cada lance del mismo, pues todos son iguales para aquel que lo contempla desde la distancia que otorga la comprensión de lo que es y de lo que parece ser. Escucha bien ahora:

El personaje secundario solo busca una cosa cual es ser el personaje principal, el protagonista absoluto de la obra, el guionista, director, productor creador de escenarios... Nada le es suficiente con tal de mantenerse en la ilusión de ser alguien. Querrá ser y habitar el infierno si ahí se siente único y diferente a los demás, promoverá disgustos, penas, ofensas y dolores sin cesar para encumbrarse a lo más alto de la montaña que se ha creado para si mismo.

Todo para no sucumbir al miedo de dejar de ser... Pero.. 

¿Acaso la ola deja de ser cuando se funde en el propio mar que ya es?

¿Deja de ser la llama que se eleva de la única hoguera cuando, habiendo rozado su cielo particular, regresa a la única pira?

Comprende que no puedes dejar de ser porque todo lo que es, ya es, sin añadidos ni sobras, sin crecimientos extraños ni disminuciones ilusorias. Todas las preguntas surgen del mismo sitio donde ya se encuentran las respuestas y siempre son un intento de protagonismo más allá de cualquier verdadero anhelo de la Verdad.


P: Entonces ¿No puedo preguntar?

Juan Pedro: Claro que puedes y, en cierto sentido, debes hacerlo, pero teniendo en cuenta siempre que ya sabes todo lo que preguntas y que sólo es una simple herramienta que utiliza un personaje para indagar sobre si mismo y redescubrir que jamás existió. El resto es protagonismo disfrazado de búsqueda de Verdad, por más que quieras revertirlo de humildad.

Cuando comprendes eso, sin dudas, más allá de razonamientos inteligentes y excusas intelectualmente brillantes, todo se abre y ve como es.

Desde ahí, nada es todo y todo es nada.

MAYA


 


P: ¿Quién creó a Maya, por qué y para qué?

R: Maya es la ilusión, el sueño y por tanto solo puede ser creado por aquel que vive ese sueño y lo considera la realidad. Constantemente el personaje protagonista de la obra sigue el guión, lo aumenta, modifica, recorta o varia según el gusto del momento, eso en apariencia, porque, en realidad, todo forma parte de la misma Consciencia, la Presencia sin dos donde todo tiene lugar. Quien plantea esa pregunta es quien puede dar la respuesta al trascender el muro de la ilusión y ver el paraíso de la realidad que intentaba ocultar pobremente.


P: ¿Cuál es el propósito de aterrizar en Maya a través de un cuerpo?  

R: ¿Quién aterriza en Maya? El cuerpo y su complemento mental viven Maya, como si de un sueño, una vez más, real se tratase. Se dijo en cierto lugar que Dios queriendo conocerse emitió un pensamiento.... El pensamiento constante construye con ladrillos de ilusión el teatro donde se interpreta a sí mismo. Nadie puede aterrizar y sostenerse en una tela de araña pero sí parecer atrapado en la misma. 

El propósito es un concepto propio del protagonista de la obra, este yo que se cree alguien real, que decide, hace, se esfuerza y considera capaz de serlo todo. Necesita de un propósito puesto que su constante movimiento de atrás adelante requiere de un algo a lograr, una explicación que "pueda entender" pues su búsqueda ficticia es de seguridad y certeza en su existencia, en su "no desaparición". Es por eso que siempre que surja un interés en ese tipo de explicaciones conviene recogerse e investigar quién y por qué formula las mismas.


P: ¿A dónde nos lleva el juego de vivir experiencias aquí? 

R: No puede llevar a ningún lugar puesto que nadie hay que pueda ser llevado. ¿A donde lleva el aire el espacio por donde parece desplazarse? La pantalla no es tocada por las imágenes de la película que sobre ella se proyectan: a pesar del movimiento que ilusoriamente ocurre sobre ella, en ella, no se inmuta, ni se mueve un solo milímetro de su lugar, de su centro inmóvil. Quien plantea esa pregunta siente la necesidad, una vez mas, de "saber" qué va a pasar con su existencia, necesita de un lograr algo, un conseguir una meta, el tesoro que de una vez por todas le permita mantenerse en el poder ilusorio de un reino igual de ilusorio. 


P: ¿Repetiremos estos aterrizajes con otros cuerpos y con nuevas experiencias kármicas? 

R:Nadie ha nacido luego nadie puede morir. Este es el concepto que hay que meditar, cuestionar e indagar más allá de supuestos sufrimientos que puedan esperar al "regresar" eternamente (el tiempo también es un concepto que gusta utilizar la mente) a un cuerpo "sólido" y "real".


P: Entonces ¿habrá algo que pasa de vida en vida? 

R: Nada hay salvo lo que ya es, sin más, la existencia plena en sí misma, por sí misma, carente de necesidades pasadas o futuras, eternamente presente. ¿Quien podría tener interés en perpetuarse salvo aquel que sabe en su fuero mas interno que es perecedero, como el hielo en la arena del desierto? Lo que ya ES no puede siquiera plantearse tal cosa pues el tiempo no roza su ser ni conoce de antes o después. Lo eternamente presente no necesita de ideales futuros basados en supuestas experiencias pasadas más bien propias del sujeto conceptualmente aceptado como real sólo por él mismo y que busca perpetuarse en un esfuerzo antinatural.


P: Recibí la instrucción de meditar 2 horas diarias.  Solo he alcanzado hasta media hora. ¿Por qué son necesarias 2 horas?

R: ¿Por qué no? ¿Quién quiere cuestionar la sugerencia o instrucción dada por el Gurú? ¿Para qué acudir al mismo si luego no se sigue al pie de la letra, con auténtica Devoción, la cual se encuentra más allá de cualquier interés particular y egoísta, la instrucción formulada?

Sri Ramakant dijo que no hacía falta tiempo alguno, ni siquiera media hora, pero hay que saber situar todo en el contexto apropiado y, cierto es, que la resistencia a desaparecer del mapa del Conocimiento, por parte de quien origina todas estas absurdas preguntas, es fuerte, intensa y total.

Fíjate hasta que punto es así que cree haber "alcanzado algo". Eso no es meditación sino continuación del juego mental que tan solo busca perpetuarse incluso bajo el manto de una supuesta práctica que le ayudará a "conseguir algo" que le salvará. ¿De quién o de qué? se puede preguntar, pero la respuesta verdadera no te la dará sino que la reforzará con más "por qués".

La devoción, la fe verdaderas en las palabras del Maestro deben ser totales, no por un sometimiento a una autoridad dictatorial que pretende dominarte o manipularte, sino, más bien, por liberarte del verdadero yugo que siempre buscará la mejor y más sutil forma de mantenerte en la jaula de oro falso.

Estas son las respuestas que buscabas, seguramente no al gusto de quien formuló las preguntas, lo cual es buena señal y objeto, si así lo sientes, de verdadera meditación e indagación.

Uno acude en cierto momento hacia aquello que le "llama", y lo hace despojado de cargas innecesarias, pero cuando el fuego devocional parece disminuir su potencia, aquello que es contrario a todo logro, a toda eliminación del velo de la ignorancia, surgirá con más fuerza aprovechando los resquicios que esta manifestación ilusoria deja siempre abiertos.

Tu eres quien debe decidir, al menos en apariencia, porque, en realidad, todo ya está decidido desde siempre.

Utiliza esa supuesta decisión y luego tirala a la basura de lo irreal. La Realidad que eres surgirá por sí sola como la luz emerge de las tinieblas: sin esfuerzo, de forma completamente natural. Quitar los velos de la ignorancia hace que el Conocimiento se vea sin remedio.

SATSANG

 


P: ¿Por qué no encuentro la calma, la paz tanto tiempo ansiada?

R: Porque la buscas. Creyendo que te faltaba algo comenzaste su búsqueda corriendo de aquí para allá en la esperanza que cierto día ese algo aparecería delante de tus narices y por fin podrías descansar. En el mismo afán de querer encontrar se haya la ilusión de la perdida que jamás aconteció. Un árbol no busca la manera de enraizar y crecer, el mar no se plantea en que ángulo debe colocar sus aguas para que el viento genere las mareas y ni siquiera el propio Sol calcula la intensidad de sus rayos para que de calor en lugar de quemar. 

La mente necesita de "por qués" pues busca como loca entender ajustando todo a su foco reducido, para sentirse segura, para dejar de percibir la gran amenaza que ve en todo aquello que se plantea su dominio e, incluso, su propia existencia real. Por eso siempre empuja al movimiento, a desplazarse en un viaje interminable para comprender, eso sí, en lo que ella entiende por comprensión: un ajuste de todo lo que acontece a su idea previa de cómo debe ser eso mismo que acontece. Es como un zorro queriendo morderse su propia cola y obviando que todo es perfecto ya porque todo, absolutamente todo, ya ES.


P: Pero entonces ¿Por qué esta necesidad de buscar?

R: Porque quien la produce se considera separada de todo lo demás, una entidad diferente, apartada que necesita calcular, estudiar las posibilidades y desarrollar acciones destinadas a satisfacer sus propias ideas de necesidad y suplencia de supuestas carencias. El ave no piensa como debe agitar sus alas, simplemente vuela. 

Buscando la calma de esta forma es como si estando de pie en tu propia casa comenzases a moverte de una habitación a otra, recorriendo las estancias mientras en voz alta expresas tu deseo de poder descansar, de parar y abrazar la calma. ¿Crees que así la obtendrás? Ni siquiera serás capaz de ver la posibilidad de simplemente parar y sentarte, así de simple.

De igual modo ocurre en lo que denominas tu búsqueda: te mueves de aquí para allá en tu propia casa, que es todo lo existente, como si en alguna de sus múltiples moradas te estuviese esperando ese no se qué que buscas encontrar. Todo es tu casa porque nada hay fuera de la Presencia que todo lo ES.


P: Tiene sentido pero...

R: ¿Para quien tiene sentido? Aquello que ahora mismo parece comprender ésto es lo mismo que te empuja una y otra vez en busca de ese mismo sentido que ahora dice comprender. ¿Cómo lo que es limitante puede siquiera comenzar a atisbar lo inabarcable?

Deja de correr de un lado en para otro y descansa en lo que es.

Resiste las tentaciones de seguir saltando de rama en rama en búsqueda del fruto más sabroso que siempre se encontrará en el árbol siguiente.

Sólo desde la paz se puede entender la inutilidad de la guerra.

Sólo desde la quietud se comprende la vorágine del movimiento.

Sólo desde ELLO se ve que nada hay que entender.


¿MENTE?

 


La mente debe morir, has escuchado repetidas veces y aceptado como un mantra poderoso, un requisito imprescindible para alcanzar eso que se llama despertar, iluminación, regreso al Hogar.

Pero de inmediato surge la pregunta de cómo puede morir si eso eres tú.

Ciertamente hay un error enorme cuando se habla sobre la muerte de algo que no existe. ¿Cómo va a morir aquello que jamás existió, que nunca tuvo razón de ser, salvo porque a fuerza de repetirse a sí misma como un rezo persistente, la creíste y le diste entidad?

"Entonces si la mente no existe no podré alcanzar la iluminación puesto que no puedo hacerla desaparecer, morir", preguntarás. Efectivamente, no podrás ni puedes alcanzar la iluminación, pero no porque necesites de un requisito previo colocado por aquella misma que desea evitar a toda costa que te des cuenta de su falsedad. No puedes alcanzarla porque ¡¡¡Ya eres eso que buscas lograr!!

Los requisitos, los esfuerzos, los pasos previos y necesarios son sólo obstáculos que levanta aquella que tiene miedo a morir y así hay que considerarlos, como una defensa inerme ante lo inevitable, como una señal, si así lo prefieres, de la inexcusable Presencia de Aquello que Es.

Verlo claramente, darse cuenta de ello, hace que de inmediato surja la calma, la paz, la ausencia de lucha y esfuerzo, absolutamente innecesarios, pues....

¿Qué esfuerzo realiza quien desea dormir salvo cerrar sus ojos a la luz?

¿Cuál tarea emprende quien quiere despertar salvo abrir sus ojos a la luz?

Y aún así, no hay que alcanzar ninguna luz, abrir o cerrar ningún ojo, realizar o abandonar ningún esfuerzo, porque realmente se ve que nadie hay que pueda hacerlo.

Deja de levantar muros absurdos en tu búsqueda de TI.

Observa el espacio infinito, la pantalla eterna, sin medida ni forma, donde todo se produce y ES.

Ríe, llora, con la película que sobre ese vacío se proyecta en sesión continua, sabiendo que esos reír y Lloret son sólo parte del mismo guión, de idéntica actuación.

Y luego, ahora, sin antes ni después posibles, continua jugando en plena consciencia del juego que se juega así, contigo pero sin ti.

Nadie que jamás nació puede optar a morir.

SATSANG

 


P: Y ¿Cómo indago en mi?

R: No puedes indagar en lo que no existe, sería como intentar comprender un perro verde o averiguar la composición de un planeta cuadrado. La pregunta surge del mismo lugar que ya tiene la respuesta preparada, que busca un "algo" que debes hacer para que suceda otro "algo" que te proporcione lo que buscas.


P: Pero entonces....

R: Los "pero" son la misma señal distintiva de eso que jamás te dejará descansar puesto que hizo, hace y hará, que te enfrasques en un viaje sin final posible, ya que nada ni nadie puede encontrar aquello que ya es. No puedes saber siquiera qué buscas, si acaso puedes esbozar un intento de conceptualización diciendo que es felicidad, seguridad, calma, paz, términos todos ellos que incluyen su contrario, por lo que puedes comprobar que se trata de más de lo mismo: una lucha entre dos opuestos para que venza el que más te parece ser apropiado para ti.


P: ¿Entonces no sé puede alcanzar la felicidad?

R: No se puede alcanzar lo que ya eres, más allá de conceptos elaborados con sutileza impecable. ¿Puede alcanzar el Sol sus rayos, o el mar las olas? ¿Acaso necesita la respiración alcanzar los procesos que de forma automática se realizan sin intervención alguna? ¿Alcanza o necesita lograr la semilla algo para que se pudra y de esa negrura emerja la maravilla?

Todo ya ES, y lo único que impide darse cuenta de ello es la venda que sobre ti mismo te empeñas en apretar una y otra vez.


P: Entonces ¿Cómo indago?

R: Sin indagar, simplemente contemplando lo que acontece cuando, en silencio, te sientas, cierras tus ojos y te recoges a contemplar el espectáculo que se desarrolla en diferentes ámbitos en apariencia: el cuerpo y sus sensaciones, los pensamientos e ideas, todo aquello que te parece ser la realidad y desde ahí, de manera  ecuánime, los verás como la proyección que son sobre la pantalla del Ser.


P: He leído que eso que dices es como ser testigo de lo que ocurre y que luego hay que observar también a ese testigo que....

R: Espera. Ese camino que comentas no tiene fin. Es cierto que es una manera de comenzar, por así decirlo, a contemplar la sala de proyecciones desde otro papel que el del espectador que se cree protagonista de la película que visiona. Ser testigo de ello te permite ver la sala, la película y el espectador de la misma, pero, en ese orden de cosas, habrá otro testigo más que contemple al que observa desde "otro lugar" más "alejado" y así hasta el infinito y más allá.

Esa idea es como jugar a intentar descubrir la muñeca rusa final que se encuentra dentro de otra que a su vez engloba a otra y otra más: jamás tendrá fin. Ahora bien, ser conscientes de ello es un paso, pero "saber" que se es La Consciencia es otra cosa.

Los planetas giran en un "vacío", un espacio donde se desplazan, como los átomos que conforman este cuerpo que parece tan sólido pero que siempre otro ente más pequeño podrá atravesar.

Lo único perenne, siempre presente es ese "espacio", esa pantalla donde ocurre todo, esa nada que todo lo es puesto que todo lo impregna de principio a fin sin jamás verse afectada por lo que en ella parece ocurrir.

Indaga simplemente comprendiendo todo ello sin escuchar cualquier interpretación que la mente intentará aportarte ya que si es susceptible de ser definible jamás será lo que buscas, lo que Eres.

Sólo deja que ESO emerja por sí mismo en el momento en que debe emerger. Limitate a contemplar mientras tanto el espectáculo, de forma más recogida cada día, hasta que veas, seas, la comprensión.

¿A DÓNDE IR?

 


¿A donde quieres ir?

Abrazando un impulso irrefrenable que dormitaba en lo más profundo de ti, en esa zona sin tierra donde plantar raíces ni cielo que copa de árbol pueda alcanzar, te empeñaste en comenzar una búsqueda hacia no se sabe qué lugar, acontecimiento, experiencia, destino o estación. 

El viaje ha sido largo y duro, alegre a veces, pleno de pesadumbre y sufrimiento agotadores otras, pero siempre constante, a pesar de los aparentes parones que en los apeaderos del agotamiento y la desesperanza hiciste durante el trayecto.

¿A donde querías ir? 

Nadie emprende un viaje infinito para poder ver la pinta de la nariz. 

Nadie se desplaza por la senda del destierro para conocer el Hogar desee el que quiere partir, puerto que ya reside en él.

Nadie hay, en definitiva, que pueda siquiera viajar.

Te diré algo: Tú viaje ha sido y es innecesario puesto que aquello que buscabas con tanto empeño y dedicación eras tú, pero no ese "tú" viajero, cargado con alforjas de necesidad y carencia mutuamente reteoalimentadas, no, sino ese TU qué no conoce de "tu" ni de "yo" como el aire no conoce de agradable o molesto, de brisa o viento, como el sol no sabe diferenciar entre la intensidad de sus rayos o la temperatura de los mismos.

El sueño se sueña solo para darse cuenta del despertar, ese que tampoco sucede porque en realidad nadie durmió, sino que en cierto momento se olvidó la grandeza que era, es y será, cambiándola por la pequeñez del mar metido a la fuerza en un vaso de agua.

¿A donde querrás ir ahora?

¿A ti?

Ya eres "ti", sin diferenciaciones extrañas ni comparaciones expúreas.

La dificultad, el esfuerzo, la necesidad del viaje, son sólo pobres recursos de la asimismo pobre y limitada marea mental que, en su ignorancia, cree saber dónde está el mar cuando jamás apartó la mirada del ombligo de la onda del vaso donde pensaba se contenía.

Cuando ves el vaso, el agua y el espacio donde "están", todo se derrumba como el espejismo de la arena estéril en un desierto pleno de oasis fértiles.

¿Quieres seguir viajando?

Perfecto, hazlo, pero jamas olvides la ilusión del viaje ni de quien lo realiza....