¿LIBERAR?

 


 

¿Qué intentas liberar? 
 
¿Qué pretendes purificar?
 
Tu Alma ya es pura de por sí, pues se trata de la misma Alma dividida aparentemente en porciones por causa de la separación ficticia que la Caída te hizo creer. Ella está y Es completa ya, sin mácula, preciosa, pura hermosura sin principio ni fin.
 
El cuerpo, y su aliada y rectora la mente, intentaron desde siempre hacértelo creer, pero saben perfectamente que nada hay para ser purificado, como el Oro tampoco puede serlo, lo único a realizar, si así lo quieres entender, es quitar los escombros que sobre Ella, sobre TI, aparentemente se han volcado.
 
El Oro vuelve a brillar al eliminar las impurezas que lo opacaban ¡y tu Alma es puro Oro!
 
Pero no te esfuerces demasiado, basta con tu plena comprensión de esta Realidad para que las impurezas sean arrastradas por el torrente de la Verdad desnuda, sin tapujos ni disfraces que intentan ocultarla a los ojos del mundo.
 
Cuestiona, duda, analiza y luego comprende: el esfuerzo está sobrevalorado por quienes solo entienden de realizaciones personales, individuales, separadas.
 
Tu ya eres lo que buscas.
 
Deja que el Fuego de la pura Comprensión queme los rastrojos de tus pensamientos.
 
Todo lo tienes ya.
 
Todo lo eres ya

 

FLUIR

 

Las sensaciones no afloran con la fluidez necesaria porque siempre estamos reaccionando.

Judy Krishnamurti

 La Vida es fácil: sólo hay Ella, llamémosla como queramos llamarla, por lo que la complicación no puede no ya existir sino siquiera ser planteada ante lo Unico sin Dos.

¿Cuándo surge la complicación? En el momento en que creemos estar separados, divididos, alejados de “lo otro”, considerándonos entes únicos y diferenciados, conocedores del bien y del mal pues hemos comido del árbol de la dualidad y seguimos devorándolo cuanto más practicamos esa misma diferenciación estéril.

Cuando se nos presenta cualquier situación, de inmediato la pasamos por el tamiz de las experiencias pasadas y proyectamos pensamientos sobre posibles resultados futuros, que, en el colmo de la ignorancia, solemos dar por definitivos. Y, en base a ese andamio tan frágil, reaccionamos de diferentes formas, tantas como personas, tantas como pensamientos, tantas como ideas basadas en suposiciones etéreas tengamos elaboradas.

Siempre estamos pensando en qué vamos a hacer ante tal o cual cosa y, así, impedimos que el flujo natural de la Vida, de la Existencia Única, de la Presencia que ya Es, pueda llevarnos de la mano hacia el mar de la calma y el descanso, de la paz y la felicidad.

Si estás caminando por una senda angosta y de repente tropiezas y caes, tu cuerpo reacciona de inmediato de forma completamente natural con los movimientos adecuados para evitar que la caída sea trágica: no se para a pensar en si hay que poner la mano de tal o cual forma, o si los pies deben extenderse y pisar allá o acá y, así, la caída será siempre lo menos dañina y dolorosa posible.

Sin pensamientos preconcebidos la reacción es natural: la Vida reacciona ante la circunstancia que Ella misma ha puesto delante de Sí.

Es difícil de comprender y aceptar que ello ocurra así puesto que estamos acostumbrados a reaccionar de la forma anteriormente dicha. Pero, sin embargo, seguimos teniendo ese otro actuar natural, sin condicionantes externos o internos, no lo hemos perdido aunque así lo creamos.

Confiar en la plenitud de lo que ya Es, permite abrazar la felicidad constante, la dicha perpetua, la seguridad de que todo siempre está bien porque es como es sin que pueda ser de otra forma.

Dejar de reaccionar permite que ocurra la Reacción.

Dejar de controlar permite que suceda la Libertad.

Dejar de “dejar de” permite comprender que nadie hay que “deje de”.


CIELO


 

Hay noches que me entretengo escribiendo estrellas en el Cielo, ilustrando espacios con palabras y sentires que emanan de lugares desconocidos y casi olvidados porque en cierto momento dejamos de frecuentarlos. Me siento plácidamente, tomo la pluma, de ave por supuesto, es decir, alada y ligera, y la mojo en mi corazón.

Escribir así en cielos cercanos o lejanos es un placer enorme y una tarea gratísima, sobre todo cuando esos espacios celestes me lo piden y me permiten hacerlo.

El cielo siempre te muestra la Realidad y aleja la ignorancia. 

Despejado es el Ser.

Con nubes, es el Ser. 

¿Dónde radica el secreto?

En que, independientemente de las nubes, tormentas, rayos y relámpagos, él siempre permanece igual: incólume, inafectado, contemplando la Realidad, siéndola.

Ser como el Cielo es comprender la ignorancia y, así, permitir que las nubes sigan su camino basado en vapores fatuos que en pocos instantes se disolverán.

Ser como el Cielo es darse cuenta que las tormentas siempre pasan: parecen nacer, desarrollarse y morir, mientras el cielo que les sirve de soporte, de lienzo donde dibujar sus filigranas aéreas, permanece porque jamás nació y, por tanto, nunca morirá.

Ser como el Cielo es olvidarse de nombres, etiquetas, pareceres y discursos pretenciosos, pues ¿donde caben las palabras ante la inmensidad de lo que no tiene medida?

Que tu Cielo tenga siempre las palabras y estrellas que necesites en cada momento.

Se como el Cielo.

Se Cielo.

 

 

SUFRIR Y ORAR

 

P: Para mi no ha sido sencillo abrazar la enseñanzas Advaita en el tema de la oración. Porque se que me oro a mi misma y hay momentos que me siento incapaz de ayudar a otro. Tengo un hijo que tiene una discapacidad y yo también. Entonces me siento pequeña. Se que eso es un pensamiento limitarte y no ver quien soy yo realmente. El Ser, La Consciencia. Permanecer en silencio sería la mejor oración??

R: La mejor oración es aquella que emana del corazón, independientemente de las palabras que utilices. Hay una historia en ese sentido que relata que un comerciante judío se quedó atascado en su casa por una tormenta y no pudo acudir a la sinagoga y desesperado estuvo repitiendo las letras del alfabeto toda la noche por no recordar las oraciones que tocaba recitar ese mismo día. A la mañana siguiente el rabino se presentó en su casa a preguntar quién vivía ahí. El comerciante, pesando que venía a reprocharle por su falta de asistencia a la celebración, le contestó apesadumbrado que era él. El rabino sonrió felicitándole pues Dios mismo le había dicho que acudiese a su hogar a ver quién había orado con tal fervor la noche anterior.

Dicho lo anterior, en Vedanta, puedes meditar con un mantra, puedes meditar indagando sobre la realidad que eres tras las apariencias del personaje que crees ser y eso en sí mismo puede considerarse una oración ¿comprendes?.

La cuestión es: ¿quién sufre? ¿quién se enoja? ¿quién dejaría de ver un momento pleno de felicidad si no existiesen pensamientos que le recordasen constantemente lo infeliz que es?.

El sufrimiento, la separación del oasis de la calma, son elementos propios del personaje que interpreta la obra creyéndose al mismo tiempo ser el dueño del teatro y de los que en él actúan. Pero Obra solo hay una y ésta incluye absolutamente todo, como mar sólo hay uno que incluye todas y cada una de las olas y gotitas que de él parecen emanar.

Cuando te das cuenta y comprendes que todo es una misma y única cosa, que el cielo es el mismo independientemente del lugar desde el cual se contemple, todo cobra otro sentido. Habrá resistencias, pues la mente no querrá permitir que escapes de su yugo, pero permaneciendo en esa indagación, en esa contemplación y meditación, poco a poco todo volverá a su Ser, aunque, en realidad, jamás haya salido de ningún sitio porque todo, absolutamente todo, y esta es una verdad que hay que comprender, simplemente ES.

Las palabras son incapaces para definirlo, encerrarlo o limitarlo, los conceptos son subproductos mentales que jamás podrían siquiera acercarse a una pequeña descripción de Ello.

Así que dan igual las palabras que utilices si el fervor, la devoción, son sinceras y emanan del corazón, con entrega total, sin importar el tiempo que le dediques y, por supuesto, sin esperar nada: orar, meditar, no se trata de un intercambio comercial con una entidad, Dios, que nos va a dar algo a cambio de otra cosa…

Si quieres orar, ora de ese modo y, si así lo sientes, también puedes sólo sentarte en silencio por que sí, sin más, y repite un mantra, o indagar sobre tu personaje y tu ser, o simple y llanamente cerrar tus ojos y contemplar lo que ahí se presenta y ocurre, atestiguando todo lo que suceda sin juzgar ni dejarte arrastrar por ello, contemplando tus pensamientos, observando quién piensa en ti....

Sabes que vas a morir, pues el cuerpo y la mente deben regresar a los elementos de los que surgieron, así que ¿por qué no dedicar tiempo a comprender tu verdad, la única y posible verdad?

Nada ni nadie te juzga salvo tu personaje.

Sólo vive sin más.