BEBER EL BUEN VINO

 

 


 

Has de saber también que los ignorantes son enfermos y los sabios, sus médicos.

El sabio incompleto no logra éxito con su tratamiento.

El sabio verdaderamente sabio no trata a todos los enfermos, sino solo a aquel que estima que es apto para recibir el tratamiento y la salud.

Si el mal es crónico o incurable, el arte del médico consiste en decir: eso es incurable. No se ocupará entonces de curarlo, porque perdería su tiempo.

Imán Al-Ghazali

 

Creemos ser Sabios y buscamos la sabiduría a toda costa, incluso de la propia verdad que en ella se encarna y Es. Pero esta aparente búsqueda en realidad esconde una trampa enorme donde todos caemos en algún momento, mientras que algunos prefieren quedarse en ella a vivir.

 Confundimos buscar Sabiduría con notoriedad, fama, importancia.

 Así, comenzamos a buscar dónde criticar, exponer, rebatir, dilucidar, cuestionar, todas aquellas sentencias que, ignorando el perfume de verdad que procede única y sencillamente de la Fuente de dónde todo emerge y Es, consideramos falsas, no tanto en su esencia, como en la oportunidad que nos brindan para ejercer nuestros perfectos y enormes razonamiento e intelectualidad.

 Se olvida que la Sabiduría, el Conocimiento, jamás puede ser encontrado sino que es Él quien se ofrece a todos aquellos que en cierto momento se derrotan a Si Mismos y, hundidos y resignados, se ofrecen en sagrado Sacrificio.

 El resto simplemente es un mal crónico con el cual no se puede perder el tiempo. Ni se debe.

 Por eso, sigue habiendo tanto enfermo y tan poco médico porque, incluso considerando que el enfermo, que es bien conocido por haber atravesado el mismo e idéntico mal, puede ser apto para recibir el tratamiento, que sólo imparte el Único Médico posible, sin embargo no es tan apto para recibir y recuperar la Salud, pues quiere que la receta, el examen, el diagnóstico y la medicina sean a “su imagen y semejanza”, a la carta de su enorme deseo de notoriedad.

 Lo siento, pero esa no es mi clínica.

 No deseo la notoriedad, aunque en cierto momento quizás anduviese por ahí presta a entrar en el campo de batalla para derrotar a otros en lugar de derrotarme a mi.

 No anhelo destacar, aunque en cierto momento se produjese y cierta alegría pareciese querer poseerme.

 Sólo quiero ser fiel a lo Único, a Eso que me ha reencontrado tras tanto tiempo perdido dando tumbos en el desierto del mundo.

 Por eso reconozco enseguida la enfermedad, primero en mi, donde no dejo que entre ni la más mínima célula de orgullo. Pero luego, la veo en todas partes, sobre todo, y esa es la gran paradoja, en aquellos que se dicen buscadores de Eso que representa y exige la atención en que nadie hay que pueda adquirir importancia alguna mientras se revisten de ella con toda la solemnidad posible.

Sólo estoy aquí, viendo el desierto pero sin entrar en él, apeado del camello de jorobas agotadas y resecas, pues esa agua, la de esta manifestación, no puede saciar sed alguna.

 Bebo vino, del que se escancia en las tabernas ocultas al mundo.

 Y sí, debo reconocerlo, me emborracho de ese néctar y es cuando las palabras se escriben solas sin que pueda reconocer intervención alguna de mi parte.

 Como han hecho hoy y ahora.

 Abandonar el vino de granel y saborear la cosecha largo tiempo curada en barrica de roble fuerte es algo que está a tu alcance.

 ¿Quieres beber?

 Comienza por descorchar tu propia botella.

 Ningún otro vino hay salvo el que nos endulza el alma y enrojece el corazón.

 

 

 

 

 

¿Quién soy yo sino Tu?

 

Había un fuego dentro de él,

No sabía lo que era,

Pero debido a su calor,

Lloraba como una vela.

Rumi

 

El calor nos acompaña, el fuego nos calienta, su compañía es inherente a nuestra existencia, pues la propia Vida es calor, fuego, sol entre los soles.

Ese calor del que hablo es el que te impulsa a cuestionarte tu propia existencia, a dudar de la obra que representas, a identificarla y cuestionarla para comenzar a comprender que quizás todo lo que te preocupa desde siempre sea simplemente una representación bien urdida, con trama compleja, pero obra de teatro al fin y al cabo.

Has buscado entre los personajes, aquellos que pensabas representaban un papel diferente al tuyo, a veces etiquetado como Maestro, otras como Secreto, y siempre desde la separación, la diferencia entre unos y otros como puente casi insalvable que cruzar para poder recuperar la viva llama que desde la niñez sentías arder en ti.

Yo lo he hecho y tu, si abrazas la sinceridad impecable, reconocerás que también.

He buscado y leído y ahora soy yo a quien buscan y leen.

He preguntado, como tu y ahora soy yo a quien le preguntan.

Pero en ese deambular olvidé y olvidaste que no hay diferencia entre tu y yo, como no la hay entre la semilla que cae en tierra y al calor de sus hornos emerge como un frondoso árbol porque la forma y el nombre no establecen separación alguna, salvo para aquella que gusta de reinar manteniéndote en la frondosidad del enmarañado bosque.

Semilla, árbol, bosque, tu, yo ¿acaso hay diferencia posible en el reino de la única manifestación?

Críticas, argucias, intelectualismos, razonamientos razonablemente razonables….

¿Acaso hacen que el árbol crezca menos de lo que está destinado a crecer o a que sus frutos jamás nos den a probar su dulce sabor?

Podría escribir muchas más líneas pero ¿servirían de algo si éstas no te han tocado?

Esa es la muralla del castillo que crees te protege cuando en realidad te mantiene en un encierro permanente.

Otea el horizonte y comprueba la verdad…

¿Quién soy yo sino tu?

¿DERROTA?


 

El cerebro humano nunca ha resuelto el eterno por qué, ni traspasado la frontera impuesta al pensamiento. Ten por cierto que todo intelecto resulta ser fútil, por más que nos esforcemos en aprender o enseñar.

No permitas que una sombra de pesar te nuble, ni que un absurdo dolor oscurezca tus días.

No renuncies a las canciones de amor, a los prados, o a los besos, hasta que tu arcilla se mezcle con una más antigua.

Omar Khayyam

Rubaiyat

 

Ríndete, reconoce tu derrota.

Tras tanto tiempo esforzándote en encontrar la clave, la cerradura donde encajar la llave de lo que tus pensamientos te decían debías investigar, resulta que has realizado el hecho de que jamás has partido del lugar desde donde creíste comenzar.

Nada ha cambiado en todo este tiempo: ni luces, sombras, alegrías, penas, experiencias gratas, sucesos no tan gratos, todo, absolutamente todo, sigue igual porque, de ser incierta esta afirmación ¿seguirías buscando en tantos diferentes y diversos mares?

Te has esforzado, ciertamente que lo has hecho, y el mismo sí que ha tenido y tiene una cierta utilidad, aunque este término no sea el más adecuado, pero tú sabes bien lo que quiero decir, porque en tu interior, ese esfuerzo por aprender y de paso por enseñar a los que juzgabas como ni siquiera aprendices, ha servido para que reconocieses tu derrota, aplastante, total, completa.

Y este reconocimiento, si es verdadero, pleno de humildad y entrega, te mostrará la puerta abierta de par en par que tanto buscabas, el Paraíso perdido, la Palabra Olvidada, el Despertar a la mañana de la auténtica y verdadera Vida.

Porque, sábelo, esa puerta siempre estuvo abierta, pero ¡¡justo detrás de ti!!

En cierto momento le diste la espalda y comenzaste a caminar contra la pared: aunque la distancia parecía ser eterna, en realidad sólo estabas mirando un lugar donde reconocerte, enfrentarte con tus dudas y deseos, un muro de obstáculos que fue aumentando con tu viaje.

Pero ahora olvida todo eso, date la vuelta y mira.

Tu cerebro, tu intelecto jamás puede resolver lo que se encuentra fuera de su alcance, de sus normas, de sus/tus esperanzas, porque sería como si el sol para contemplarse tuviese que seguir con la mirada los rayos que de él emergen hasta el infinito cuando basta con sólo un cierto girarse sobre sí mismo para verse como lo que es.

Así que nada está perdido ni nada ganado, pues no hay quien juegue a ese juego eterno, siempre cambiante, de lo diverso.

No permitas que ninguna nube pesarosa nuble tu Sol.

Deja que tu arcilla se mezcle y reencuentre con una más antigua puesto que tu acabas de aparecer como una mota de polvo en el eterno Ser.

 

¿MARCHAR A DÓNDE?


 

¿Hacia dónde quieres marchar?

Envuelto en papeles de diferentes colores y atado con lazos de colores y calidades diversas, te paseas por este mundo renovando cada día los pensamientos, deseos y acciones que consideras te destacarán del resto de paquetes, igualmente envueltos.

Olvidas que los lazos siguen siendo ataduras, sean de seda o de duro esparto, y que el papel tapa lo que bajo su manto se encuentra.

En cierto momento seguramente quieras desprenderte de tales papel y lazo, y te revuelvas intentando desatar el nudo y romper el papel, sin darte cuenta que en realidad nada hay que hacer puesto que son como nubes que pretenden en su osadía querer opacar la luz del sol.

La semilla se hunde en la tierra profundamente sin saber que desde esa oscuridad emprenderá su ascenso hacia el aire y la luz reconfortantes.

El incienso emana su sagrado humo que se eleva de forma natural, sin técnica, método o acción alguna, pero en danza jamás imitada, hacia su Hogar en lo alto.

El árbol ancla fuertemente su raíces en la tierra que le sustenta y acoge mientras su copa asciende buscando el cielo que anhela y que sabe de alguna manera, ajena al razonamiento estéril que es su verdadera esencia, no va a encontrar puesto que jamás se perdió, sino a reconocer y respirar.

Por eso no sirve de nada la queja constante, las alegrías y tristezas, las comparaciones y diferenciaciones, puesto que son como la tierra seca donde absolutamente nada que en ella caiga puede fructificar.

Pero no desprecies tus costras y adherencias puesto que de ellas, una vez se pudran en la negrura absoluta, emergerá la pequeña semilla que desde siempre espera bajo esas capas de herrumbre para mostrar su esplendor, que lo tiene y lo es.

Morir al mundo no es abandonarlo sino reconocerlo como la ilusión que ves.

Morir al mundo es morir a ti, a ese que reacciona según los vaivenes que lo empujan y mueven sin descanso.

Morir al mundo es aceptar la negrura en la confianza que el Sol siempre ha estado, está y estará ardiendo en su plena y absoluta iluminación, que es la tuya.

Si quieres hacer algo, recapacita, reconócete, reencuéntrate, más allá de los escollos que en tu navegación vital has ido sorteando algunas veces, o siendo arrollado por ellas otras más.

No hagas nada, salvo, si así lo sientes, recordar esa comprensión cada vez que algo intente de nuevo empujarte al abismo para hacerte zozobrar.

No hagas nada salvo, si así lo sientes, dejarte caer en la tierra de tus preocupaciones, disgustos y sufrimientos, en calma y confianza plenas, para que el milagro se produzca, que se producirá.

¿Hacia dónde quieres marchar?

Si ya estás en Casa.....

 

SILENCIO

 


El silencio se escucha desde cualquier lugar, pues no conoce distancias, cercanías o lejanías.

Vibra sin vibrar y dice sin pronunciar sílaba alguna, sin alterar lo más mínimo el aire que todo lo impregna y, así, lo dice todo sin decir nada.

El verdadero Silencio es el que muestra la Vida en toda su fuerza y esplendor sin hacer demostración alguna de imágenes, sonidos, sueños o realidades.

Esta tan vivo que nada ni nadie es capaz de expresarlo so pena de generar solamente un ruido sin sentido, inexpresable, ininteligible, aunque en él todo se comprende sin nadie que lo comprenda.

El Silencio ES la Vida, el espacio, el vacío primordial donde la Palabra creadora realiza su función de manifestar el paso de la potencia al acto. Pero el silencio, que es todo potencia, no necesita de acto alguno para Ser.

Dejar que ese único Silencio nos abrace es reconocerlo, es recuperar la Palabra pérdida, la inocencia original, el Paraíso donde no existen ni el bien ni el mal.

Sumergirse, empaparse, ser ese Silencio, no depende de voluntad alguna, pues suena donde quiere y se le quiere y, ajeno al ruido exterior y al estruendo interior, mucho más aparatoso, enormemente perturbador, simplemente se acerca esperando ese resquicio por donde la chispa de luz ilumina todo el Universo. 

Cuando el Silencio habla todo calla.

Y así todo queda dicho y nada más se puede decir.

Que conozcas el Silencio.

Que aceptes su visita.

Que te vuelvas Uno con él.

Es mi deseo expresado en pleno Silencio.