LABERINTO

 


¿Quieres ser feliz? 

¿Quién lo quiere?

¿Deseas triunfar?

¿Quién lo desea?

¿Buscas la paz?

¿Quién la busca?

Todo lo que pretendas, quieras y anheles Ser, conseguir, lograr, es fruto de la idea de que eres un rompecabezas incompleto, un puzzle al que le faltan piezas, una lámpara sin bombilla, una nube sin vapor.

Es imposible que al cielo le falte algo que busque entre las nubes que le surcan, que el sol carezca de un rayo cálido que de él mismo emanó o que el agua del río crea que sus moléculas se sienten huérfanas de las gotas que, transmutadas en suave vapor, hacía el cielo emprendieron su peregrinacion.

Esa es la Realidad y el resto son los recovecos del laberinto que recorres sin el Hilo de Ariadna como guía y que, inevitablemente, te llevarán al Minotauro que tan sólo busca tu perdición, pues su existencia depende de que jamás salgas del laberinto.

Independientemente de tus fugaces deseos, las montañas seguirán nevadas y el arroyo cantará su húmeda canción deslizándose al Mar.

Recorre el laberinto por diversión, no por necesidad.

Juega el juego por placer no por cubrir carencias inexistentes.

La Realidad es tan evidente que, aún estando delante de tus narices, siéndolas, ni la hueles, ni la respiras, pues....

¿Quién puede respirarse a Si mismo?

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