DIÁLOGO CUARTO


 P: ¿Hay alguien que observa?

R: Realmente no lo hay puesto que tampoco nada hay que observar. Si analizas un poco el flujo de tus pensamientos verás que constituyen un encadenamiento de ideas e imágenes que no tienen entidad propia, aunque nos hayamos empeñado en conceptuarlos bajo la etiqueta de "mente". Si los observas sin tensión verás que TU los percibes, los ves, luego en absoluto puedes ser ellos. 

Nadie hay que observe puesto que eso supondría que toda la maraña de cuerpo, mente, intelecto, siempre cambiante, sería lo que somos pero, realmente, son sólo unos objetos más de los que somos testigos inamovibles.

Eso que atestigua todo lo demás es indefinible y escapa a la comprensión o conceptualización; y por eso podemos afirmar: "nadie observa".

P: ¿Estaría mal volverse un anciano sabio extendiéndolo a: "El universo no tiene sentimientos todas las cosas son para él como perros de paja. El sabio no tiene sentimientos, el pueblo es para él como un perro de paja?

R: Estaría mucho mejor darse cuenta de quién fórmula esas sentencias, quién tiene o no sentimientos y quién osa atribuir esas diferencias entre "el" y "el pueblo". El sabio, entendiendo como tal aquel que ha comprendido la falacia de la existencia dualizada, no necesita decir nada sobre nadie, los sentimientos los reconoce como un peaje propio del cuerpo, de la carne y sangre de que está formado y, por tanto, no le afectan ni le conciernen. Y si en algún momento reacciona a ello, observa la reacción como lo que es, algo ajeno, sin dejarse arrastrar por ella.

Hay la tendencia a creer que aquellos que tú denominas sabios viven en otro mundo donde todo está bien. Y en cierto modo es así, pero la diferencia no reside en vivir ajeno a lo que se manifiesta sino en reconocer esa manifestación como algo extraño a su Ser, algo que está ahí porque hay un cuerpo y unos pensamientos que sí que reaccionan y que, visto eso, seguir presenciando la película de esa manifestación como espectadores privilegiados de la misma.

P: Todo está sucediendo en torno a nuestro SER y yo simplemente observando ¿Es así o me equivoco?

R: Todo es SER, el que observa, lo observado y el hecho mismo de observar. Intenta indagar sobre ello usando tus pensamientos como medio y verás cómo no hallarás respuesta alguna posible, lo cual es un signo de reconocimiento de Aquello que no sucede porque simplemente ES. Así que... ¿Quién se equivoca? Nadie puede hacerlo. 

¿Se equivoca el espacio donde se encuentra la jarra de barro?

En absoluto, ni siquiera puede plantearse tal concepto. Ese espacio estaba, era, antes de que cualquier objeto se manifestase y seguirá siendo, sin cambio, mancha o modificación alguna, tras la desaparición de la jarra.

Eso es incomprensible e inabarcable para el flujo de pensamientos que todo quiere reducirlo a su mínima y, por supuesto, manejable expresión. Por eso se pueden usar esos mismos pensamientos como herramienta, pero no para llegar a un fin concreto, asumible, entendible, sino para encontrar que son completamente inútiles en su estéril esfuerzo de comprensión.

Nadie puede abarcar entre sus brazos una estrella y, de hacerlo, se quemaría. Y en eso consiste básicamente esa indagación, en quemarse a si misma en el intento para que de esas cenizas surja la comprensión final, única, espontánea, directa, total.

Así que simplemente SE y todo lo demás vendrá dado por añadidura.


ANTES...


 

Antes de que este cuerpo fuese concebido Yo ya existía.

Antes de que mis padres decidiesen concebirme Yo ya existía.

Antes de que el pueblo, la ciudad, esta tierra donde aparentemente nací fuesen creados, Yo ya existía.

Antes de que esta galaxia comenzase su giro eterno, Yo ya existía.

Antes de que éste o todos los Universos surgiesen de la nada, Yo ya existía.

Antes que el Creador decidiese crear, Yo ya existía.

Porque siendo Espacio todo se contiene en Mi.

Porque siendo Todo a nada se me puede comparar.

Porque compararme con algo supondría que fui creado como ese algo objeto de comparación.

Todo aquello con lo que se intente definirme, compararme, comprenderme, está sujeto al fracaso.

En lugar de intentar decir qué Soy  procura ver lo que No Soy.

Lo que queda y permanece tras esa decantación de lo que no soy ni puedo ser, lo que permanece, Eso Soy.

No intentes limitarme o encerrarme en definición alguna pues será como pretender apagar el sol de un soplido o verter el mar en un dedal.

Cuando me encuentres, quédate en mi Permanencia sin más.

Pues Esa eres Tú.

JUEGOS

 

Tu casa es una pensión donde las habitaciones están prácticamente llenas de huéspedes que, amable y generosamente, has admitido en ella.

Los hay iracundos, envidiosos, alegres, tristes pero todos comen en la misma mesa el mismo alimento: el que tú les sirves.

La manifestación es una tiene sentido sólo en la medida en que le prestas atención, es decir, en que le das vida. Sin ti, sin tu implicación, el juego de la pensión desaparece, los ocupantes se esfuman tan rápidamente como aparecieron y tú casa queda limpia y libre.

Despierta del sueño y abandona toda idea de casas de huéspedes pues en ese mismo instante comprobarás que la construcción desaparece, cae y se derrumba por falta de alimentos, es decir, de atención e implicación por tu parte.

A partir de ahí, puedes jugar si lo deseas pero siempre sabiendo que, por más grado de realidad que pueda en algunos momentos tener, es sólo un juego donde las piezas se toman en serio mientras dura la partida, o lo que es lo mismo, el sueño.

Juego, jugadores y tablero son una ilusión virtual y efímera que jamás existió, existe ni existirá, por muchos pensamientos que te bombardeen diciendo lo contrario.

A ellos les gusta jugar pues su "existencia" depende del juego, de que TU juegues.

La libertad no conoce de juegos, jugadores, reglas ni tableros.


POLVO

 


Todo es un sueño profundo donde las imágenes vienen y van como motas de polvo que enturbian por un momento el paisaje maravilloso de la Vida.

Limpiar el polvo sólo te mantendrá ocupado en una tarea interminable e infructuosa pues esas motas, por sí solas, acabarán depositándose en el suelo al que pertenecen.

Tu decides si pasas el paño todo el tiempo o, indiferente a la molestia que producen cuando acaban por colarse durante un instante en tus ojos, parpadeas y sigues contemplando su

Hermosa danza.

Vida contemplando Vida.

Unidad observando Multiplicidad.

¿Quién observa?

DEVOCIÓN

 


La Verdad es Una, siempre la misma, inmutable, sin mácula ni modificacion posible. El lenguaje se adapta a cada época y lugar para más fácilmente transmitirla, pero sin distorsión ni cambio.

Sean cuales sean las expresiones utilizadas, su Esencia permanece incólume, sin mancha. Es un rayo dirigido al corazón puro de cada quien, al que Escucha bien dentro y filtra la codificación gramatical en que se reescribió el mismo mensaje.

No se puede entender aquello que se encuentra más allá del lenguaje, usando los pensamientos que intentan disminuirlo, acotarlo, adaptarlo a la idea preconcebida que sostienen y les sostiene.

La decodificación sólo es posible mediante la clave-llave que hoy parece haberse olvidado: la Devoción, ese deseo sincero, profundo, inexplicable, rotundo como el que ahogándose reclama el aire, como el que cayendo lanza los brazos sin pensar en el cómo para alcanzar algún asidero donde sujetarse, como el bebé reclama su alimento sin saber el cómo ni realizar cálculo alguno.

Siente la Devoción profunda, el impulso irrefrenable, inexplicable, firme que te conmueve cuando escuchas o lees la Verdad.

Es una comunicación entre el que te Habla y el que Oye que, en esencia, son el mismo.

Se el grifo por donde discurre el Agua.

Escucha su dulce sonido atravesando tus compuertas.

Recitar las letras del alfabeto puede ser la más grande Oración jamás rezada si se hace con auténtica Devoción.

NADA QUE HACER



¿Qué esperas? Nada tiene que ocurrir para que veas que ya amaneció, nada que hacer para que el sol ilumine tus pupilas, ningún velo que descorrer, ningún óxido que limpiar, ninguna costra que arrancar.

La vida es perfecta como es y todo, absolutamente todo, forma parte de Ella, ES Ella.

Nadie aceptaría como pago una moneda que tuviese un solo lado.

Aceptas alegremente tu luz pero expones tu queja en tu propia oscuridad. Ambas coexisten en generosa simbiosis con el único fin de que veas tú completitud, tú perfección ya existente.

Cuando comprendes que hay una Santa Pereza consistente en saber profundamente que tú nada hiciste jamás, los mundos estallan en alegría y la película de sus órbitas se queda fija en un único fotograma, el de la Realidad inmutable que siempre percibiste pero jamas aceptaste.

Permanecer en Silencio y Quietud es abrazar el Oro filosófico, el Tao inamovible, el Despertar, el Vellocino de Oro, deshacer la tela de Maya, desplegar las alas de la Verdad.

Nada cuesta menos que eso. Nada requiere menos esfuerzo. Nada más difícil que, resistiendo los embates del yo ilusorio, aguantar firme como roca de escándalo.

La Fe se logra teniéndola.

La Verdad se desnuda ante quien ya lo está.

Siendo el Museo ¿Para qué quedarse en solitario cuadro?


ALGO QUE HACER



Si tuvieses algo que hacer lo harías, si algo que pensar lo pensarías, si algo que comer lo comerías.

Si tuvieses algo que recordar... ¿Lo recordarias?

Los filtros se extienden como velos en la danza de la vida mientras tú te dejas atrapar por su promesa de placeres futuros que nunca llegan y dolores a evitar, que jamás evitas.

¿Realmente te ha servido de algo todo eso? 

Confiado en las ocasiones en que parecías obtener un resultado que calificaste de positivo, seguiste enganchándote al remolque del dolor, arrastrándote por emociones sin fin que tan sólo te curaban heridas leves mientras abrían otras más profundas.

Cambiar dolor por dolor es sólo una forma más de autoengaño. Comprender la realidad que te habitas eres, ES, supone descorrer los velos suntuosos del Palacio para ver qué estaba construido de paja que no aguantaría ni el más leve soplido.

Respira a pleno pulmón el aire vivificador ausente de pensamientos que te informen sobre el grado de calidad del mismo miéntras abres los ojos que no ven el mundo pero sí el Alma.

Verás que la película ya acabó aunque sigas en la sala de cine hipnotizado por las imágenes que, a fuerza de verlas y repetirlas una y otra vez tantos años, parecen seguir proyectándose como la apariencia de movimiento que supone la inercia de un vehículo que dejó de circular pero que sigue pareciéndote avanzar.

Quedarse quietos es un paso.

Permanecer en silencio es recorrer un trecho largo.

La quietud y el silencio bien comprendidos es saber que jamás hubo pasos, trechos, camino ni quien los recorriese.

Es difícil abandonar la comodidad y la excitación cabalgando la ola.

Es fácil dejarse llevar cómodamente tumbado en el Gran Mar.

¿Qué prefieres?

Da igual.

Acabarás descansando en ese mismo Mar.