Hay cierta idea romántica, fomentada por la Nueva Era que sostiene que todo es como un lago en calma para quien ha logrado la Liberación, y, por tanto, quien ahí resida, debe ejemplificarla con un comportamiento acorde a la misma.
Nada más lejos de la realidad: si, precisamente, se sostiene que nadie hace nada porque nadie, tal y como creemos debe ser, existe, ¿Cómo podría comportarse la Nada de una forma determinada?
Esta teoría nuevaerista busca y defiende la extinción de un Ego que hay que eliminar para poder lograr ese salto definitivo a esa otra realidad, ese otro mundo fuera de este mundo, donde todo es Luz, Maravilla y Felicidad.
Pero desde ahí surge la pregunta de que si hay que eliminar el Ego, el Yo maléfico responsable de todos nuestros sufrimientos ¿Quien realiza tal tarea? ¿Otro Yo más elevado, superior?
Esa es una tarea imposible pues, al igual que las muñecas rusas que se encastran una dentro de otra, jamás tendría fin.
Esto se encuentra expuesto por doquier y basta con mirar por unos segundos una estatua de San Miguel, San Jorge o de la propia Virgen para comprobar que el dragón, la serpiente o incluso el diablo que pisan o apuntan con su lanza, jamás aparece muerto sino perfectamente vivo y coleando con toda su furia mientras la expresión de quiénes así lo enfrentan permanece en calma total.
El ego, el yo, la mente, son el polvo de la tierra, junto con el cuerpo, que a ella debe regresar. Poseen una duración, según su propio criterio acerca del tiempo, determinada de antemano que culminará inexorablemente con su regreso a su lugar de origen.
La mente se basa en saltos de atrás adelante repetidos de forma incesante para evitar constantemente residir, aunque sea un solo segundo, en un presente que le asusta, pues en El sólo existe lo inmediato, lo que ES y nadie puede juzgarlo pues la comparación desaparece al carecer de los platos de su balanza que decide cuál polo, qué extremo, es el que triunfa en cada momento.
Así, lo Real se manifiesta como es: un instante eterno, un acontecer único, invariable, más allá de la manifestación ilusoria percibida por un personaje igual de ilusorio.
Hay cierto momento en que se sabe sin más que nadie tiene realmente nada que decir, pues se comprende perfectamente la inexistencia real de aquello que considerábamos ser.
La Vida se vive a Sí Misma y nosotros, abandonamos esos personajes que querían despertar, aprender, buscar, encontrar, liberar, que creían carecer de algo que necesitaban recuperar...
¿Cabe mayor engaño?
¿Quien puede reivindicar la necesidad de algo si quien la efectúa jamás ha existido?
Las prácticas se producen como algo que gusta hacer pero sabiendo de su no necesidad, pues si así se siguiese creyendo, seguiríamos siendo dos en lugar de Uno, viviendo en la separación y división de lo múltiple en lugar de la certeza absoluta de lo No Dos ....
Acudir a SATSANG libera al personaje de la ilusión de ser lo existente e, incluso, de necesitar de ir a SATSANG: parece una paradoja y quizás lo sea a esos ojos duales pero en realidad es tan cómicamente verdadero.....
En ese estado, el mantra, la meditación, o cualquier otra práctica que se estuviese realizando, están ausentes, como todo, mientras Eso "sucede" de forma absolutamente natural. Se comprende y ve que todo lo que se llevaba haciendo, escribiendo, sintiendo, era exactamente lo mismo que tantas veces se habia leído o conversado y el asombro sucede sin que nadie se asombre, como cuando se contempla una abeja libando una flor: se lo que ES y, al mismo tiempo, no hay necesidad de pensar sobre ello.
El personaje se va descubriendo tras cada reacción nueva, tras cada pensar, que antes te atrapaba en un bucle infinito pero que ahora solo acontece sin más, permaneciendo durante unos instantes para, de inmediato, desaparecer como si jamás hubiese existido.
La memoria, esa dama que basa su existencia en los recuerdos de lo que sucedió antes, parece perder su ímpetu y función e, incluso, puede llegar a asustar, en cierto sentido, la rapidez con que ciertas cosas se olvidan casi al mismo tiempo que termina su acontecer.
No somos hacedores de nada y nada debo esperar de nadie salvo lo que escrito está.
Sentarme, meditar, seguir la Vía, es lo único que puedo, debo y quiero hacer pues todo está ahí, aquí, así ya realizado.
Vendrá quien tenga que venir, escribiré lo que tenga que escribir, las palabras saldrán como tengan que salir pero jamás creyéndome que soy el artífice meritorio de nada.
No se puede servir a Dios mientras se espere que el César te aporte lo que necesites.
La Fe, la Confianza, la Devoción, o son plenas o no son y ésta es una gran Verdad que el fuego del mundo siempre querrá desprestigiar y despreciar.
Lo sencillo vence a lo complicado sin esfuerzo, en paz, para al final comprender que nada había que vencer, nadie vencido y nadie vencedor.
Esto será juzgado, valorado y criticado por quienes aún lo contemplen desde el personaje, que buscará comprobaciones con la idea particular que sustente sobre lo que Esto ES.
No somos hacedores de nada y nada debo esperar de nadie salvo lo que escrito está.
Sentarme, meditar, seguir la Vía, es lo único que puedo, debo y quiero hacer pues todo está ahí, aquí, así ya realizado.
Vendrá quien tenga que venir, escribiré lo que tenga que escribir, las palabras saldrán como tengan que salir pero jamás creyéndome que soy el artífice meritorio de nada.
No se puede servir a Dios mientras se espere que el César te aporte lo que necesites.
La Fe, la Confianza, la Devoción, o son plenas o no son y ésta es una gran Verdad que el fuego del mundo siempre querrá desprestigiar y despreciar.
Lo sencillo vence a lo complicado sin esfuerzo, en paz, para al final comprender que nada había que vencer, nadie vencido y nadie vencedor.
Pero....
¿Quién habría para hacerlo?