LA PERLA


 

La forma externa pasa pero el mundo de la realidad permanece para siempre. ¿Durante cuánto tiempo jugaras a amar la forma del jarro? Deja la forma; ve y busca agua. Has visto la forma y no te percatas de la realidad; saca la perla de la concha, si eres sabio. Estas cáscaras de cuerpos en el mundo, aunque todas viven por la gracia del Mar del Alma, no todas contienen una perla: abre los ojos y mira en el corazón de cada una, y extrae lo que tienen, porque no suele encontrarse la valiosa perla.
Rumi.
 
Vacíate.
 
¿Quieres entender mis palabras?
 
Vacíate
 
¿Deseas recobrar el paraíso perdido, ese oasis donde “todo estaba bien”?
 
Vacíate
 
Por que la utilidad de la taza reside en su vacío, porque cuando algo está lleno resulta imposible rellenarlo con otra sustancia que pueda reemplazarla.
 
Las mezclas no son buenas, pueden tener sabor agradable o resultar pretenciosamente hermosas a la vista, pero carecen de la pureza de aquello que sin mancha ni contaminación muestra toda la esencia que Es. Lo contrario sería como querer la arena y despreciar la perla.
 
¿Cuántas perlas has dejado de lado tirándolas en tu caminar? sea porque otros te han dado su opinión sea porque el miedo a lo que puedan pensar de ti te haya empujado al abismo de la vulgar vida cotidiana, has desechado tantos tesoros que casi terminaste por acostumbrarte a deambular en piloto automática, valorando la concha sin abrir el resplandor r que en su interior oculta a ojos indiscretos.
 
No es posible servir a Dios y al Mundo, se dice en cierto lado y añado que es imposible también no alcanzar la perla valiosa de la Sabiduría atemporal, impersonal, ajena a dimes y diretes, a intelectos soberbios, a discusiones estériles para ver quién es el primero de la clase.
 
Al contrario, esta valiosa perla es única, sencilla, hermosa en su humildad, valiosa como jamás tesoro mundano alguno podrá ofrecer.
 
¿La quieres?
 
Vacíate, echa a un lado tantas cargas innecesarias y abre los ojos interiores, esos que no pueden ser engañados por sentidos distorsionados y contémplala.
 
La perla es tuya, porque la perla es TU.
 
Vacíate y ese Todo te llenará de tal forma que jamás volverás a sentir carencia alguna porque la necesidad, ese invento tan enormemente dañino, no tendrá lugar donde poder asentarse.
 
Me da igual si te llegan o te alejan estas palabras, no me importa en absoluto lo más mínimo.
 
Tu concha rechinará seguramente al leer esto, pero tu perla crecerá a partir de esta arena como jamás hubieses podido imaginar.
 
Vacíate y deja todo ser y estar.
 
Nada más hay cuando todo ya es.
 
Encontrarás que jamás hubo nadie que vaciar ni vacio que llenar.

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