“No existe nada bueno ni malo, sólo el
pensamiento hace que lo sea”.
Hamlet, Shakespeare
Tendemos a ignorar lo que es
familiar y esperamos que los secretos estén escondidos y así buscamos entre
pares de opuestos, bien y mal, bello y feo, iluminación y oscuridad,
descartando unos y aceptando otros. Es decir, aceptamos la cara de la moneda
pero expulsamos del paraíso particular y personal la cruz, dejando a la misma
sin valor alguno.
¿Quién parece realizar esa elección?
El pensamiento dicotomizado que, una y otra vez, divide y separa todo en parcelas,
que busca de lo difícil y esforzado y desprecia lo sencillo y cotidiano.
Pero, desde ese trono aparentemente
inconquistable e incontestable, nos hace olvidar que cuanto más obvia es una
situación, más secretos profundos puede esconder, pues la Vida fluye y se
realiza en nosotros, por nosotros y para nosotros. La Vida ES, la Conciencia
ES, y nada hay mas que ese SER siendo en todo, en todos, eternamente, sin
tiempo ni espacio.
Cuando, siguiendo el consejo de
algún que otro sabio que nos toca con sus palabras o su límpida mirada, nos
detenemos y cuestionamos por un instante esa realidad, la tormenta parece estallar
y amenazar con destruir el confort en el que, ilusoriamente, nos habíamos
instalado.
Confort que es un espejismo que intenta
que olvidemos que vamos a morir. Mejor dicho, que este cuerpo y esta mente,
formadas de los elementos (polvo eres…) regresarán a su origen, mientras que la
esencia que a ellas contempla, la Realidad tras la ilusión, la Magia a través
del espejo que sutilmente se fue colocando delante de nuestro verdadero mirar, permanecerá
inmutable.
Si sabes que vas a morir ¿qué pierdes
por seguir alguno de esos consejos, comprobar esas sugerencias, destiladas en
amor y desinterés?
Eres consciente de que existes, más
allá de posibles definiciones, argumentaciones inteligentes y deseos o
expectativas, tu sabes que existes, pero comprobar que nadie hay realmente es
una tarea hercúlea pero posible, digna de atención, porque crees que existes
como un cuerpo y unos pensamientos, una personalidad limitada, distinta del
otro, diferente, mejor, peor……
El velo cae por sí mismo cuando la
comprensión aparece sin palabras ni argumentos.
Tu ya eres todo lo que buscas, se ha
dicho por doquier, sólo que enfocas esa búsqueda en el sitio equivocado. Cuando
reorientas tu brújula, todo confabula para que te des cuenta, para que
comprendas Aquello que se encuentra más allá de las palabras a las que te acostumbraste,
al laberinto casi sin salida en el que las mismas suelen encerrarte. Porque
esta comprensión no la produce ese compuesto de carne, huesos y pensamientos,
sino que es una Comprensión total, plena, sin palabras, sin ideas, sólo ES.
Y ahí se encuentra la salida del
laberinto, al ver que jamás hubo laberinto ni persona que lo recorriera, que el
esfuerzo sólo conducía a amas esfuerzo, que un texto te llevaba a otro texto,
en una carrera sin fin.
Deja de correr y reposa en Ti.
Reconoce tu Hogar.
El cielo ES y no necesita saber cómo
Es.