DIÁLOGO TERCERO

 


P: Ya no se qué se puede hacer, es increíble.

R: Nada. Cuando todo es visto como la ilusión que realmente es uno se da cuenta que nada puede hacer ni nada ha hecho. Sólo se puede "hacer que se hace", es decir, actuar según se sienta, según las circunstancias que se presenten, pero sin perder el centro inamovible, sin sumergirse en el maremoto que se despierta a base de pensamientos que intentaron, intentan e intentarán desvirtuar la calma que realmente nos preside y habita.

Del sueño siempre se sale, siempre, aunque parezca pesadilla cuando abres los ojos y lo evalúas mediante filtros mentales siempre erróneos, contaminados, dirigidos a desviarte de tu Hogar.

P:No se, no sé nada.

R: Precisamente cuando nada se sabe, tampoco se sabe qué hacer, y por ello lo mejor, lo único realmente efectivo, es mantenerse en ese puro centro, donde los saberes mundanos no encuentran acomodo porque todo se resuelve sin esfuerzo.

P: Es que ahora no hay esfuerzo que valga, eso sería antes de toda esta locura.

R:Exacto. Tú lo has dicho, no hay esfuerzo que valga, ni lo hubo nunca antes, ni lo habrá, sólo la ilusión de que haciendo según qué cosas algo se produce y obra por nosotros, lo cual es mucho decir a poco que repasemos esfuerzos anteriores. El éxito aparente de un esfuerzo solo es la constatación de que el mismo se acomodó al flujo que la vida desarrollaba en esa situación en particular, nada más... Ni nada menos!

P: Uff ya no se...

R: Cuando no se sabe ¿Qué se puede hacer salvo esperar y observar, aprender desde una visión ampliada el curso de los acontecimientos que realmente discurren como imágenes en una gran pantalla? Hemos perdido la confianza en la aparente inacción. La mente siempre nos empuja a "hacer algo" aunque realmente no sirva de nada.

P: He perdido la confianza total en el ser humano, no valemos para nada, estamos donde estamos por eso, yo incluida que no he hecho nada salvo quejarme.

R: Por supuesto que la hemos perdido, porque esa confianza estaba depositada en una ilusión, en unos personajes a los que les hemos otorgado cualidades que no les correspondían y que son incapaces de ver más allá de su propia nariz, siguiendo el discurso que a cada instante, cada mañana, comienza al abrir los ojos tras el sueño nocturno, reiterado a cada momento, adaptado a cada personaje, siempre el mismo, diferente en grado, intensidad y lenguaje empleado, idéntico en forma, fuente y autor.

Es como esperar que un títere siga actuando cuando el titiritero suelta y echa a un lado los hilos que le movían y cae al suelo del escenario donde se desarrollaba la representación. Es pensar, nunca mejor dicho, que somos autores, fuente y vaso, pluma, tinta y papel, de las ideas que constantemente nos bombardean sobre cualquier situación que se nos presenta, es beber agua del oscuro pozo dejando de probar la que el cielo deja generosamente caer para nuestro verdadero sustento.

FORMA

 


Si tienes una forma adaptaras tus creencias a las características comúnmente aceptadas por todos que la misma posee y desarrolla. Una jarra lo es en todas partes porque posee un aspecto aceptado por la mayoría aunque pueda sufrir modificaciones más o menos acertadas, más o menos bellas, en su diseño que la alejen algo o mucho de esa derinicion global.

En un cuerpo, sea animal o humano, ocurre exactamente lo mismo: cada uno de ellos se diferencia y separa en género, tamaño, altura, grosor y, por supuesto, belleza o fealdad, todas ellas características que toman su valor de los modelos imperantes, socialmente aprobados, en cada época y lugar.

Pero, asimismo, todos ellos comparten los mismos elementos. Las jarras son de barro, de plata, de oro e, independientemente de su forma, si se someten al fuego, la perderán y se convertirán en la primera materia de la que surgieron.

El cuerpo humano comparte lo anterior: es una mezcla de elementos repartidos en mayor o menor proporción, lo cual les diferencia en su aspecto exterior, que ni el interior donde todos, absolutamente todos, son, somos, exactamente iguales. Tenemos los mismos órganos, las mismas células, idéntica sangre, funcionando como un perfecto Todo, organizado con una precisión que somos incapaces de comprender.

Así ¿por qué nos empeñamos en destacar a base de esa forma? Va a ser reducida a cenizas más temprano que tarde: tanto si al término de su tiempo de manifestación arde en una pies funeraria como si es entregado a la tierra donde su pudrirá, desaparecerá su forma, su belleza usada como elemento distintivo, su aspecto para convertirse en la misma materia prima, como en el caso de la jarra.

La separación respecto a la forma cuerpo, que creemos ser es evidente y fácilmente comprobable. Basta con verse por dentro y darse cuenta que las ilusiones, deseos, anhelos, las ganas de hacer cosas, de vivir, son exactamente igual de potentes, de intensas, desde la más tierna infancia, hasta la más avanzada edad. Sólo varía el cuerpo, la herramienta que nos permita llevarlas a cabo como realmente queremos y necesitamos.

Lo que realmente quieres es mantener esa estructura social, personal, que has construido sobre cimientos de papel. Es un esfuerzo destinado al fracaso absoluto como de seguro ya has ido comprobando a lo largo de tu vida porque ese edificio se va a caer sí o sí.

¿Por qué entonces seguir identificándose con algo perecedero y frágil cuando conoces ya lo eterno y fuerte?

Olvida la forma.

Abraza la libertad.



NOMBRE

 

Si tienes un nombre careces de todos los demás puesto que desde el mismo ya estás diferenciado, con sus características, asociaciones más o menos afortunadas, descripciones personales, familiares o laborales, que te etiquetan como producto del supermercado onírico donde se manifiesta la ilusión.

Si tienes un nombre se te llama tal o cual y dejas de ser YO para ser Yo soy....

Si tienes un nombre quizás puedas sumergirte en el torbellino de si es bonito o feo, si te describe o se aleja de ti, es decir, caer en el huracán de las comparaciones que amenazan con hacerte olvidar tú realidad.

Claro que también puedes indagar y preguntarte si realmente respondes a todas esas características y descripciones que constantemente te lanzan al nombrarte, si te definen hasta tu más profunda intimidad, si, en definitiva, ese nombre es TU.

Si las cuestionas algo comenzará a removerse, a descorrer los velos de la ilusión y, si persistes y no te asusta la ausencia de todo, la presencia de nada, lo verás como algo extraño a TI, a ese ti que aceptaste como distinto de los demás "ti" que te rodeaban desde siempre.

Porque se nombra el nombre pero no tu Esencia, eso que eres más allá de etiquetas soñadas que separan, clasifican y, por tanto, alejan del Camino.

Comprende qué son esos nombres, para qué y dónde sirven, y desde ahí te darás cuenta que se refieren sólo al personaje que crees vivir pero que sólo es interpretado en la pantalla de la existencia manifestada.

Sólo hay un Actor, un Océano, un Espacio, un barro primordial desde el que todo se hace para luego disolverse de nuevo en el mismo, como loza más o menos preciosa, según los ojos del resto del ajuar, como joya fundida en el oro del que se moldeó, como vacío donde todo ES.


CIELO Y SUELO

 


El Cielo llora de alegría a raudales cuando se desprende su humedad vivificadora en forma de lluvia. 

El suelo la recibe sin queja alguna, con puro agradecimiento y gozo.

Y ambos siguen existiendo, sin más, en perfecta armonía exhenta de pensamientos que bien saben de su falsedado, pues siguen un patrón de constante cambio mientras ellos, cielo y suelo, se mantienen en permanente y verdadero orden.

Y el ciclo continua eternamente.

El caos no existe en la naturaleza, sólo el perfecto orden jamás alterado. 

Si supiéramos con total seguridad que todo está ya escrito de antemano, filmado, grabado, desde siempre... ¿Qué podríamos hacer salvo vivirlo y saborearlo?

Sólo disfrutar, de lo alto y lo bajo, alegrías y penas, como en una montaña rusa donde se goza tanto de la subida bien arriba como de la posterior e inevitable  bajada bien abajo, pues ambas discurren, ocurren, son, en el mismo rail, jamás cambiante en su esencia férrea, a pesar de las curvas y vaivenes que, al deslizarse sobre él, se experimentan.

Ser suelo permite ser cielo.

Ser cielo permite ser espacio.

Ser espacio permite ser todo.

Disuelve suelo, cielo y espacio.

¿Qué queda?

SEGUNDO DIÁLOGO

 


P: ¿Todo lo que posees te posee?

R: Cierto, así es y ello es posible porque son la misma cosa. ¿Quién posee? ¿Aquel que ni siquiera es capaz de poseerse a sí mismo, conocerse, dominarse? La cosa poseída supuestamente y el asimismo supuesto poseedor, son ambos hijos de la ilusión y mientras ésta se mantenga se obvia la realidad opacada tras ese velo que, sobre el Santuario de la Verdad, se puso y pone a cada instante, con cada pensamiento. Una medusa o una ramita son diferenciadas por la previa etiquetacion que de las mismas de realizó. Pero sin ese categorización, sin la descripción siempre contaminada por creencias, expectativas y deseos varios y vanos, son la misma cosa: formas ambas danzando la misma vida.

P: Son encantadoras.

R: Lo son porque tú las ves así, les das su encanto al percibirlas, el cual es, a su vez, tu propio encanto, porque no hay otro más separado de ti, como tampoco hay medusa, ramita o tu, sino la esencia de donde todo surge, la arcilla desde la cual todo es moldeado, la misma agua emanando dulce o salada, el único espacio donde todo se manifiesta.

P: Es difícil de entender eso..

R: ¿Quién quiere entenderlo? ¿El que te ha llevado de rama en rama, de árbol en árbol, buscando algo que no eres siquiera capaz de expresar o definir? El anillo no entiende del oro del que surge pero ese puro Oro está ahí, sin más y, al fundirse con el calor adecuado, la joya en forma de anillo, pendiente o collar, da igual, desaparecerá para siempre, volverá a su Ser.

P: Es terrible eso que dices.

R: Una vez más te pregunto ¿Para quién es terrible? Si observases unos instantes al que fórmula esa pregunta te darías cuenta que TU eres diferente de quien plantea esas cuestiones y que esas preguntas surgen porque ya sabes las respuestas sólo que, recubiertas de innumerables capas de conceptos e ideas, no las reconoces y ves. Ese que pregunta no resiste la más mínima indagación que sobre el mismo realices. Podrás luego aceptar o no lo que de ahí comprendas (de hecho es el indagado el que hace eso, no tú), pero el poso ya quedará para siempre, la semilla plantada y sólo con seguir simplemente siendo, viviendo, aceptando todo como la más hermosa expresión posible de la vida, la Comprensión emergerá como la más bella flor jamás vista por ojo alguno.

P: Ojalá así sea.

R: Verás, es que no será, porque....  ¡Ya Es! Cuestiona, y aparta cualquier idea de un futuro donde algo se te revelará, de un acto mágico que te proporcionará la comprensión que crees te falta. Ya eres pura magia, ya comprendes, sólo es que lo has olvidado temporalmente y, por lo tanto, desechando el concepto tiempo, lo recordarás.

Para ver lo que tienes en casa no hace falta emprender ningún viaje.

¿QUÉ QUIERES?

 


Nadie sabe lo que quiere y sin embargo nos lanzamos a la búsqueda de ello sin conocer ruta, camino, viandas, y destino.

Hay un impulso universal, eternamente presente, que nos mueve en una dirección determinada que la razón desconoce y que acaba traduciendo a términos más o menos conocidos, propios, filtrando su mensaje a través de la madeja de pensamientos que solo desean mantener el tejido de tela de araña donde seguir teniéndonos atrapados.

Eso que tomamos como impulso en realidad no es tal sino, más bien, un suave calor, una dulce voz que rezuma del Ser a través de cada poro de la piel que lo recubre y envuelve, que lo tamiza y decolora una y otra vez, desvirtuándolo a cada capa con que lo va recubriendo.

Hemos olvidado que somos la Fuente y que reside en nosotros, por eso preferimos la nostalgia del viaje en lugar de la alegría de llegar a destino, por eso la queja y la triste pesadumbre de un recuerdo fugaz que nos empeñamos en buscar en galaxias lejanas cuando dentro de nosotros está el universo entero.

El núcleo está bajo todas ellas, como centro de una cebolla, y para alcanzarlo hay que ir quitándolas una a una, con lágrimas seguramente por el dolor que producirá, ya que son indistinguibles de la propia piel, pero con la seguridad de que tras ellas encontraremos incólume lo que desde el principio ahí nos aguarda.

Traducir algo es hacerle perder parte de su viveza, desvirtuar su esencia, contaminarlo con la parte propia y, por tanto, modificar el sentido original. Es como se juego donde los niños se ponen en fila con los oídos tapados con sus manos y cada uno va transmitiendo el mensaje que recibe de su compañero anterior en la fila según va entendiendo. Al final el resultado es una frase completamente distinta de la que expresó el primero de ellos, por mucho sentido que pueda tener.

Así nos ocurre con el anhelo inexplicable que a todos alcanza en cierto momento: surge sin conceptos, ideas o interpretación alguna, se sabe de forma natural, pero, de inmediato, el mecanismo se pone en marcha a toda máquina para desvirtuar lo adaptándolo a lo que la experiencia del receptor sugiere. Intenta transformar en conocido aquello que es imposible de conocer, sino sólo Vivir, Ser.

Por eso, cuando sientas esa llamada, ese impulso, anhelo, o como prefieras denominarlo, no hagas nada, no juzgues, critiques, filtres o interpretes, sólo siéntate en silencio a escucharlo, a sentirlo, a permitir que se exprese en su plena desnudez, sin vestiduras más o menos hermosas, tal y como Es.

No sabes realmente lo que quieres, pero Ello sí.

MONEDA



Acababa de escoger una fruta de aspecto dulce y jugoso y me acerqué al mostrador a pagarla. Cuando di la moneda al vendedor, éste, mirándome extrañado, me dijo: "señor, no puedo aceptar esta moneda pues carece de valor, sólo tiene un lado".

Recorremos el camino de la vida buscando frutas apetecibles, jugosas, de rico y agradable sabor y lo hacemos con el monedero abierto para ir añadiéndole las monedas que más nos gustan, esas que, como la fruta elegida, tienen mejores aspecto y sabor.

Así, vamos acaparando alegría, bienestar, afecto, sonrisas, felicidad y dejando de lado tristeza, malestar, miedo, y demás aspectos vitales que amenazan con romper ese estado ideal, paradisíaco, que pretendemos encontrar.

Elegimos la cara y abandonamos la cruz, nos ofrecemos al sol del día y ocultamos de la oscuridad de la noche, abrazamos el calor y huimos del frío.

La Vida, y nosotros, que es donde se vive, no distingue entre dos extremos para desarrollarse, pues, viéndolo todo como una sola cosa, jamás se plantea la absurda idea de mejor o peor, de alto o bajo, de día o noche.

Ella sólo acepta la moneda completa, entera, con su cara y su cruz, pues sabe a ciencia cierta, que las dos perfectamente aleadas son las que le otorgan su completo valor y que, si faltase una sola de ellas, si eso fuese posible, se convertiría en un trozo de metal sin más que acabaría siendo arrojado a la basura.

Si tu jamás aceptarías una moneda con un solo lado por su ausencia de valor ¿por qué, entonces, te permites despreciar todo aquello que supone cruz, arropándote sólo en lo que parece cara?

¿A quién le parece todo así, quién decide adoptar esa elección? 

Desde luego mal consejero es mandándote a la compra sabiendo que no podrás pagarla.

Si quieres vivir plenamente acepta tanto tus caras como tus cruces, tus alegrías y tus tristezas pues ambas son TU y conforman tu entero Ser.

Las diferencias sólo lo son a ojos de ese consejero que te engaña en la compra y en todos los demás ámbitos de tu vida. Y ésta da el ejemplo constante de cómo todo se desarrolla y ES mediante la colaboración de los aparentes contrarios, que dejan de serlo cuando se unen para convertirse en lo que ya son: una sola y única perfección eternamente presente.

Macho y hembra unidos producen siempre una nueva manifestación, sea un ser de carne y huesos, sea una luz que alumbre tu oscuridad, sea un fuego que caliente el alimento que tú cuerpo pide y necesita.

Todo es Uno, o, mejor aún, es No Dos y enfrentarse a esta Verdad es luchar con la certeza de la derrota asegurada, es pretender apagar el sol con un soplido, coger la luna en el agua donde se refleja, es, en definitiva, abandonarte a TI para elegir otro.....

Quédate con el Oro en lugar de la joya, elige la cuerda y no la serpiente, el mar y no la ola.

Que no te importe ver la cruz: sólo con girar la moneda entre tus dedos disfrutarás de la cara.

Ese es el juego eterno de la Vida.

Si quieres jugarlo lanza la moneda al aire y compréndelo.