TU SUFRIR


 

Todos los sufrimientos que dices padecer pertenecen al cuerpo, es él quien los sufre y experimenta.
 
Pero tu no eres ese cuerpo, el cual, en cierto momento, dejará de existir disolviéndose en el polvo del que fue creado.
 
Esa muerte la experimentas en dos momentos cada noche:
 
Cuando dormitas con sueños leves, donde todo ocurre sin que la mente pueda entrar a saco como elefante en cacharreria, es decir, como tiene acostumbrado hacer en la vigilia.
 
Cuando duermes profundamente, sin sueños, sin mente ni cuerpo que lo puedan registrar, aunque al despertar recuerdas que ha acontecido así.
 
El cuerpo, y su compañera mental, se irán, sí o sí, quieras o no quieras, pero ¿por qué esperar a ese momento?
 
Hay tres formas en las que soñamos cada día, las dos primeras ya te las he contado, pero hay otra, más sutil, que pasa casi inadvertida salvo por ciertos momentos donde todo parece difuminarse en la nebulosa irrealidad que realmente es.
 
Ese otro sueño es el de tu vida, el que sueñas cada día, el que repites una y otra vez basándote en la aparente consistencia de la realidad que dices vivir.
 
Puedes pasar toda esa vida, todo ese sueño, abriendo las puertas de par en par a la queja, al miedo, al sufrimiento, a todas esas nubes que intentan, sin éxito, te lo aseguro, ocultar el despejado cielo. Incluso puedes hacerlo creyendo que estudias, meditas, practicas "otra cosa" distinta a los soñadores que te acompañan en tu sueño, que es el sueño de todos.
 
La Comprensión está ahí, aquí, esperando a que decidas darte cuenta y comiences a cuestionar y cuestionarte, indagar sobre ese “te” que crees ser, comprobar sus carencias, su irrealidad, no en cuanto a sensaciones físicas, entre las que están el dolor, el placer, el hambre o la sed, puesto que esas pertenecen única y exclusivamente a ese cuerpo, sino derribando el muro de creencias y excusas que no resistirán el más mínimo cuestionamiento que sobre el mismo hagas.
 
Contemplarás, te lo aseguro, cómo cae esa pared forjada con ladrillos de pensamientos e ideas sin utilidad alguna.
 
Comprenderás, quizás no tanto lo que realmente eres, sino, fielmente, todo aquello que realmente NO ERES.
 
Lo que quede, las cenizas resultantes de esa combustión, purgadas de sus adherencias metálicas, serán justo Aquello que siempre fuiste y jamás has dejado ni dejarás de Ser.
 
Animo.
 
La Victoria está asegurada.

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