TU SECRETO


 
Tu secreto debe pasar a formar parte de la Vida
Proverbio Arabe
 
Somos un secreto andante, enorme, poderoso, compartido con el resto de la Naturaleza, del universo. Un secreto que conoce todo y es conocido por Todo, desde un átomo girando en su órbita hasta la estrella más recóndita de la más apartada galaxia. El viento lo lleva en su vientre, el sol lo deposita con cada caricia de sus cálidos rayos, el agua lo celebra, el amanecer lo alaba, el anochecer lo honra.
 
Todo lo sabes y es sabido por Todo, menos por nosotros, esos que hemos olvidado ese gran secreto a fuerza de esconderlo en un lugar donde jamás buscaríamos, bien adentro en las entrañas del alma, donde, además, levantamos un castillo de enormes muros formados de pensamientos que parecen protegerlo pero que en realidad, no nos confundamos, lo único que pretenden es evitar que ese darse cuenta de la realidad salga del castillo y pueda ver la Luz de nuevo.
 
Da igual si lo escondimos por miedo al dolor o al sufrimiento, en todo caso ocultarlo fue algo equivocado y su olvido se ha convertido en la única causa de precisamente todo aquello que queríamos evitar pues, si con sinceridad nos miramos bien, ¿qué vemos?
 
Es hora de extraerlo de las profundidades de la Tierra, derrumbando esos muros piedra a piedra de un solo golpe, de abrir de par en par las puertas del castillo y sacarlo de sus estancias a la plena Luz del campo de la Vida que es su Hogar, el nuestro, subir a lo alto de la montaña y mostrar ese secreto que contiene la grandeza que pensábamos perdida, la alegría de vivir por que sí, la confianza en que todo actúa y ocurre según lo previsto, la certeza de que nada hay que hacer salvo dejarse llevar como un bebé en brazos de su madre, sonriendo en la seguridad de que nada malo le pasará.
 
Encuentra tu secreto, la verdad de lo que eres, más allá de opiniones ajenas, de maestros y sabios, de personas cercanas o queridas que tan sólo ayudan a que crezcan tus muros, la mayoría del tiempo sin saberlo.
 
Nada hay que separar, nada que unir, nada que buscar, aunque sí atender el ímpetu que impulsa hacia Eso que parece perdido y que tiene tantos nombres como seres que se embarcan en ese viaje.
 
El yo no necesita ser subyugado sino sólo acceder a la comprensión de su realidad, de la Verdad que Es, sin tapujos, ni disfraces.
 
Comprende bien esto:
 
¡Quien busca subyugarlo es el mismo a subyugar!
 
Es hora de habitar la Verdad de Ser simplemente uno mismo.
 
Es hora de contemplar la belleza que todo lo habita.
 
Es hora de abrazar la Vida.

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